El presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, asistió ayer en el Palacio Real al acto de concesión de la nacionalidad española a descendientes de sefardíes expulsados de España en 1492.
A la ceremonia, presidida por el Rey Felipe VI, acudieron sefardíes retornados de varios puntos del planeta, representantes de comunidades hebreas y los parlamentarios que sacaron adelante la ley que permite nacionalizar a los sefardíes descendientes de los expulsados de nuestro país hace cinco siglos. Entre los invitados, el ex ministro de Justicia Alberto Ruiz Gallardón.
El acto de ayer dejó una imagen para la historia. Melilla, representada por Imbroda, tuvo un lugar destacado junto a la Corona. En la foto se ve al presidente de la Ciudad a la izquierda del Rey y al ministro de Justicia, Rafael Catalá, a su derecha. No es para menos. En más de una ocasión hemos escuchado a la asociación cultural local Mem Guímel remarcar que “el judaísmo español no se entiende sin su presencia en nuestra ciudad”.
Con la concesión de la nacionalidad española a 4.032 descendientes de sefardíes, España salda una deuda histórica con esos hebreos que siempre se han considerado a sí mismos judíos españoles.
Y no serán las únicas. Actualmente, el Ministerio de Justicia tramita 583 solicitudes de sefardíes que quieren la nacionalidad española y en total ha recibido más de 10.000 consultas sobre el tema.
El Rey destacó en su discurso que la ley que permite la nacionalización de los descendientes de sefardíes ha sido aprobada por un amplio consenso parlamentario, que culminó ayer con la ceremonia de “reencuentro” en Madrid.
Su Majestad agradeció a los sefardíes su “lealtad” y les felicitó por guardar “como un tesoro” su lengua y sus costumbres. También por haber hecho prevalecer “el amor sobre el odio” y haber enseñado a sus hijos a amar la patria española.
Según los datos que maneja Mem Guímel, en Melilla vive cerca de un millar de judíos, que tienen un importantísimo papel en la economía y la sociedad locales.
A mediados de los años 40, el número de hebreos radicado en la ciudad era casi siete veces superior. La mayoría emigró a Israel, cuando se constituyó el Estado israelí, y otros lo hicieron a Venezuela y Argentina.
Los judíos comenzaron a regresar a Melilla en 1864. De ahí que esta ciudad se convirtiera en el puente de entrada de los hebreos retornados a España.
Por eso está más que justificada la presencia de los representantes políticos de esta tierra ayer en el Palacio Real. No se puede escribir la historia del judaísmo español sin tener en cuenta a Melilla.
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