Se produjeron dos saltos, uno de 600 en Villa Pilar y otro de 30 en Beni Enzar
La tranquilidad del último mes ha dado paso a un nuevo repunte de la presión migratoria en Melilla. El lunes se registraron en la ciudad tres intentos de salto, en los que más de 750 subsaharianos trataron de pasar y alrededor de 70 lo consiguieron. A última hora de la noche, el helicóptero comenzaba a sobrevolar el perímetro, todo apuntaba a que de nuevo había movimiento en la valla y así fue. Alrededor de las cinco de la madrugada un grupo de unos 600 inmigrantes intentaban saltar la verja por la zona de Villa Pilar, un paraje cercano al Centro de Estancia Temporal (CETI), de estos , uno logró entrar en Melilla y unos ochenta se quedaron encaramados en la valla. Algo más de una hora después, por arrroyo de Beni Enzar otros 30 subsaharianos trataban de entrar en Melilla. Ninguno lo logró gracias a la intervención de las fuerzas de seguridad marroquíes. Según la Delegación del Gobierno, sólo 4 de los que estuvieron en lo alto de la valla se quedaron en Melilla, porque recibieron asistencia sanitaria.
En la zona de Villa Pilar, donde se encaramaron los inmigrantes, los efectivos de la Guardia Civil activaron el dispositivo habitual para estas ocasiones compuesto por agentes de la Comandancia, del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) y el helicóptero de vigilancia perimetral. Unos treinta vehículos y decenas de agentes custodiaban la zona. Al otro lado de la valla también podían verse agentes marroquíes e incluso una ambulancia.
Los subsaharianos tenían claro su objetivo: Entrar en Melilla. Sin embargo, las esperanzas se diluyeron cuando cerca de seis horas después de haber comenzado el periplo, los dos primeros inmigrantes bajaban de la alambrada y la Guardia Civil los conducía, esposados, al otro lado del perímetro, donde los agentes del país vecino se hacían cargo de ellos.
El resto del grupo continuó subido en la verja durante horas. Los agentes de la Guardia Civil, que colocaron tres escaleras en la alambrada, subieron en varias ocasiones, con mascarillas, para intentar convencer a los subsaharianos de que desistieran y bajaran. Las explicaciones de los agentes no parecían convencer a los inmigrantes, que a pesar del sofocante calor continuaban esforzándose para mantenerse sentados en la verja. Los síntomas de cansancio iban siendo cada vez más evidentes, y algunos ni siquiera eran capaces de mantenerse erguidos.
Desde la carretera de La Purísima, un grupo de residentes del CETI observaba la escena. Los subsaharianos decidieron acercarse un poco más a sus ‘compañeros’ de fatigas. Cuando los inmigrantes subidos a la valla vieron que los otros se quitaban las camisetas y las alzaban para animarles a que siguieran allí, ellos hicieron lo mismo. En el descampado se escuchaban el grito de ‘bossa, bossa’, de los unos a los otros. Durante varios minutos siguieron insuflando energía a los que continuaban encaramados, hasta que la Guardia Civil decidió actuar.
Primero se acercaron al grupo más numeroso para tratar de disuadirlos, después retuvieron a otros dos o tres subsaharianos que habían logrado acercarse más a la alambrada cruzando campo a través.
Tras unos minutos de ánimo, la situación volvió a calmarse. Los agentes de la Guardia Civil continuaban acercándose a los subsaharianos subidos en la verja tratando de convencerlos de que bajaran. Alrededor de las 14:30 horas, después de casi diez horas subidos a la alambrada, los subsaharianos comenzaban a descender por las escaleras ayudados por agentes de la Benemérita. El cansancio ya se hacía casi insoportable. Unos cuarenta bajaron en un primer momento y fueron ‘entregados’ a las fuerzas de seguridad del país vecino que ayer sí se hicieron cargo de ellos. Alrededor de las 16:00 descendía otro grupo, ya sólo quedaban 25 arriba. Los más valientes, alrededor de 15, continuaron en la alambrada hasta poco antes de las nueve de la noche. 16 horas después de subir a la verja, bajaron y fueron conducidos también a Marruecos.
Los cuatro heridos
La Cruz Roja tuvo que atender ayer a cuatro de los subsaharianos que estaban encaramados en la alambrada. Estos fueron los más afortunados, porque lograron su objetivo de quedarse en España. Responsables de Cruz Roja explicaron en declaraciones a El Faro que los inmigrantes presentaban heridas por cortes y golpes. Los cuatro tuvieron que ser trasladados al Hospital Comarcal para recibir atención médica y posteriormente al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI).