Las asociaciones musulmanas de Melilla andan a la gresca. Desde que el pasado mes de agosto se produjera el incidente de los imames en la Mezquita Central, cuando supuestamente no dejaron entrar a uno de ellos para conducir la oración de los viernes, las espadas están en todo lo alto contra la Comisión Islámica. Ésta estaba compuesta básicamente por cuatro organizaciones, de las que dos (la Comunidad Musulmana de Ahmed Moh y el Consejo Religioso de Uariachi Mohamed) se desmarcaron y abandonaron esta especie de confederación, exigiendo además su disolución.
La Comunidad Musulmana, casualmente liderada por un hermano de Mustafa Aberchán, emprendió desde entonces un camino de denuncias que han llegado incluso al Juzgado contra el presidente de la CIM, Farid Abdel-Lah Amar. Después de muchos años sin que se le conociera actividad pública alguna, la asociación de Ahmed Moh se ha convertido de la noche a la mañana en el adalid de la transparencia en la gestión de la Comisión Islámica.
No en vano, ha presentado escrito ante la Fiscalía acusando a la CIM de malusar los fondos públicos que, en modo de subvenciones, recibe desde la Ciudad Autónoma. También ha hecho esa misma acusación por escrito ante el interventor de la Ciudad Autónoma y a todos los portavoces de los distintos grupos parlamentarios que integran la Asamblea melillense. Y cuenta con el apoyo del Consejo Religioso de Uariachi Mohamed, otro de los dirigentes musulmanes muy ligado a CpM.
En medio de toda esa batalla, en la que Badr por ahora parece no haber entrado, la Consejería de Medio Ambiente y Naturaleza da respuesta a unas denuncias de los vecinos de la Mezquita Central, que se quejan del ruido de la megafonía en horarios poco convencionales. La respuesta ha sido pedir que se bajen los decibelios entre las 21.00 y las 09.00 horas, circunstancia aprovechada por los contrarios a la CIM para poner el grito en el cielo, sobre todo cuando supieron que Farid Abdel-Lah había estado con el consejero y conocía todo este asunto.
En definitiva, el horario de la megafonía de la Mezquita Central ha servido a la Comunidad Musulmana y al Consejo Religioso para agitar a los musulmanes e incluso hablar de tensión en la convivencia entre los melillenses por lo que consideran un ataque a las costumbres y la religión de buena parte de nuestra sociedad. Como la CIM no quería quedarse atrás ni ser señalada por los fieles, reaccionó echando a los leones a sus interlocutores en la Consejería de Medio Ambiente, que ahora se muestran sorprendidos al entender que se había llegado a un acuerdo tácito para bajar los decibelios y ser flexibles con las circunstancias denunciadas por el vecindario.
Pero el transfondo de todo esto puede ser mucho más político que religioso si se tiene en cuenta la influencia de CpM ejerce sobre la Comunidad Musulmana y el Consejo Religioso. No es ningún secreto que los cepemistas siempre han apostado por la división entre los melillenses como forma de mantener un electorado que considera propio y del que se han visto desproveídos en los dos últimos comicios.
CpM apenas si tiene presencia política en Melilla desde el caso de la operación Santiago-Rusadir, que llevó a la cárcel a su líder Aberchán y a casi todos los exconsejeros del anterior Gobierno, y no sería de extrañar que esté tratando de volver a sacar la cabeza agitando la cuestión religiosa nuevamente como su principal banderín de enganche.