El mes de los propósitos, del imposible ‘borrón y cuenta nueva’, ya que todo lo sucedido hasta entonces arrastra sedimentos que acompañan en el devenir, de esa corriente que es la vida.
No se puede medir el tiempo en años o meses realmente, la medida es lo perdido o encontrado en su trasiego, pero es Enero ese punto de partida, al menos virtual, hacia la continuidad de los acontecimientos. Eso sí, mes frío, más gripe, más gris y morriña por la lentitud de la remonta hacia realidad y la rutina.
La Navidad y sus dispendios dejó la secuencial melancolía para fajar un tiempo más prosaico donde la poesía de los buenos sentimientos pierden la supremacía en beneficio de su austeridad.
Y pese a esa diletante sensación sobre que las angosturas del invierno en su cenit apagarán los rescoldos de una hoguera donde crepitaron y quedaron en cenizas tantas esperanzas traicionadas por la ambición excluyente y la negación, se va creando un compost para allanar un camino que abre hacia pasos, si no firmes, con cierta decisión de justicia social que tan impostada está por la codicia y la negación. Buen ejemplo es el aumento del salario mínimo interprofesional, algo que alienta la dignidad del empleo y socava, al tiempo, la cicatería de una parte de la lid empresarial.
Todo es posible o casi todo, probablemente, si hubiese verdadera voluntad de ir por el firme y no, como tan frecuente es, por el atajo agreste del oportunismo y el egoísmo. Una voluntad amenazada por ese continuo ‘juego’ electoral; un calendario con las urnas de seguido que en una sociedad política polarizada, sin centro equilibrante, hace saltar a la cancha del enfrentamiento, sin tregua y con ansia, a entidades territoriales en ‘auxilio’ del cetro nacional y, en su caso, para echar al contrario o, en menor proporción, para mantener el mando.
Quizás, estamos ante uno de esos momentos en la Historia, en el que el alejamiento de la gente común de política, más allá del espectáculo y aparte de la obediencia de las filas ideológicas, es patente. Hay demasiadas palabras y actitudes de odio e intolerancia y poca memoria y generosidad.
La primavera asomara cuando esta extraña meteorología lo decida, mientras este gris y turbulento Enero marcará el paso. Se antoja difícil el reto de alcanzar la ataraxia como sociedad.
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