La directora del Servicio de Empleo Público (SEPE), Esther Azancot, adelantó ayer a El Faro que ya tiene los 11,7 millones de euros necesarios para poner en marcha previsiblemente en la primera semana de septiembre los planes de empleo de este año.
La noticia cae como agua de mayo, nunca mejor dicho, en una ciudad que se nos marchita día a día. Los comercios están vacíos, los bares tienen más días flojos de los que querrían y la frontera está en su línea: colapsada. Eso se traduce en que la gente pega un portazo los fines de semana y se va a la península o a Marruecos. No se queda en Melilla porque prefiere gastarse el dinero en otro sitio donde hay más ambiente de recuperación económica. Aquí parece que se nos ha muerto el gato.
Los últimos datos de desempleo correspondientes al mes de abril fueron elocuentes. La maquinaria de la recuperación económica está en marcha incluso en Andalucía, Murcia y Extremadura, que siempre están en el furgón de cola. Sin embargo, Melilla se quedó sola. Somos la oveja negra, la única autonomía en la que creció el desempleo. Es como si la fiesta hubiera comenzado en todo el país y la ciudad no estuviese invitada.
Es evidente que algo está fallando. Estamos lejos de la península, no tenemos industria, ni agricultura, ni pesca. Vivimos casi en exclusiva de un sector servicios que renquea. La construcción parece que está cogiendo carrerilla, pero el oxígeno le llega, sobre todo, a trabajadores y compañías de fuera, que se adjudican los contratos en nuestra ciudad y luego, si no les salen las cuentas, nos dejan tirados con las obras a medias.
La inversión pública es fundamental para que Melilla resucite. Estamos en un punto en el que apenas se nos notan las constantes vitales.
Ya no sirve el argumento de que la población aumenta y que por eso sube el paro. Ahí están los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) que demuestran que después de diez años consecutivos ganando habitantes, el censo ha registrado un estancamiento.
Por eso es tan importante el inicio de los planes de empleo en septiembre próximo. Hay centenares de familias melillenses con los ojos puestos en el respiro que les darán esos seis meses de contratación que, según Azancot, podrían llegar a siete en Educación y en la oficina de Coordinación de los propios planes de empleo.
No es la solución al problema del paro en la ciudad, pero es un respiro. Mucho habrá que trabajar e invertir desde la Administración central y local para que esta ciudad vuelva a la normalidad.
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