El tobogán de nieve de Zona Centro conquista a padres y niños por igual

Además, la nevada artificial ha convertido a Melilla en una escena sacada de un cuento navideño, con niños corriendo tras los copos y padres buscando la mejor foto

El centro de Melilla se ha despertado hoy con un aire distinto, más propio de una postal alpina que de una ciudad bañada por el Mediterráneo. Donde normalmente se escuchan pasos apresurados y conversaciones de compras de última hora, hoy se colaron risas, gritos de emoción y ese sonido inconfundible de los niños cuando algo les sorprende de verdad.

El culpable de esta pequeña revolución invernal no ha sido otro que el tobogán de nieve y la nevada artificial organizados por la Asociación de comerciantes de Zona Centro. Una propuesta que ha convertido el corazón de la ciudad en un improvisado parque de invierno. Zona Centro ha vuelto a demostrar que, con imaginación y ganas, es posible cambiar el paisaje cotidiano y transformar una mañana cualquiera en una experiencia navideña difícil de olvidar.

El tobogán de nieve y la nevada artificial se han convertido en los grandes protagonistas de una jornada que ha reunido a más de un centenar de niños y a más de un adulto dispuesto a dejar la vergüenza a un lado.

Desde primera hora, la calle General O’Donnell ha comenzado a llenarse de familias. Carritos, mochilas, gorros navideños y móviles preparados para grabarlo todo.

El tobogán de nieve, uno de los principales atractivos de la programación de las Mágicas Navidades de Zona Centro, se erigía como una especie de imán imposible de ignorar. Grande, blanco y azul, y desafiante, invitaba a lanzarse sin pensar demasiado, algo que los niños entendieron a la perfección y algunos padres también.

“Yo venía solo a acompañar, lo prometo”, dijo entre risas un padre de dos pequeños, mientras se recolocaba tras una bajada algo más rápida de lo esperado. “Pero claro, te miran con esos ojos, te dicen ‘venga, papá’ y al final acabas tirándote. Y oye, no está nada mal. Sales con una sonrisa tonta, como cuando eras chico”.

A lo largo del día, más de un centenar de niños disfrutaron de esta actividad, repitiendo una y otra vez la experiencia sin perder ni un ápice de entusiasmo. Para ellos, el tobogán no tenía límite. Cada bajada era “la última” hasta la siguiente. “Me he tirado cinco veces y voy a volver”, aseguraba Silvia, de ocho años, con la convicción de quien tiene el día perfectamente planificado. “Lo mejor es cuando bajas muy rápido y gritas”.

La escena se repetía constantemente. Niños haciendo cola con impaciencia, padres observando primero desde fuera y, poco a poco, animándose a participar. Algunos con más decisión que otros, eso sí. “Yo he cerrado los ojos”, confesaba Ana, madre de una niña de seis años. “Pero mi hija ha bajado gritando ‘otra, otra’. Al final me ha tocado tirarme con ella”.

El ambiente festivo se ha completado con uno de los momentos más esperados, la nevada artificial. Bastaron unos segundos para que el centro se detuviera. Los copos comenzaron a caer, las manos se alzaron al cielo y las caras se iluminaron. Los niños corrían intentando atraparlos, los padres buscaban el mejor ángulo para la foto y los viandantes ocasionales se quedaban mirando, sorprendidos por la escena. La nevada, que volverá a repetirse el viernes de esta semana, aporta ese toque visual que transforma por completo las calles del centro y refuerza el espíritu navideño.

“Es una pasada”, comentaba una vecina melillense. “Vienes a hacer un recado y te encuentras esto. Los niños flipan y tú desconectas un rato. Se agradece muchísimo”.

El tobogán de nieve, instalado desde el 22 de diciembre y disponible hasta el próximo 4 de enero, se ha consolidado como uno de los espacios más concurridos de esta programación. Funciona en horario de 11:00 a 14:00 y de 17:30 a 20:30 horas, con horario especial los días 24 y 31 de diciembre, cuando abre solo por la mañana, y cierre los días 25 de diciembre y 1 de enero. Un calendario pensado para mantener la animación durante las fechas clave sin interferir en los días más señalados.

Pero más allá de horarios y fechas, lo que hoy se respiraba era complicidad. Padres hablando entre ellos mientras esperaban turno, abuelos sentados observando la escena con una sonrisa y comerciantes que, desde sus puertas, veían cómo el centro cobraba vida. “Esto anima muchísimo”, señaló el dueño de un establecimiento cercano. “Hay más gente paseando, entrando a las tiendas. Los niños tiran de los padres y al final todos salimos ganando”.

La programación de Zona Centro continúa esta semana con actividades pensadas para todos los públicos. A la nieve y al tobogán se suma la Fábrica de Regalos, que abrirá los días 2 y 3 de enero. Una propuesta especialmente dirigida al público infantil y familiar que, en ediciones anteriores, ha contado con una alta participación. Talleres, imaginación y espíritu navideño se dan la mano para seguir atrayendo familias al centro de la ciudad.

Todas estas iniciativas forman parte del Plan Estratégico de Dinamización del Comercio y el Centro Histórico de Melilla, impulsado por la Consejería de Economía, Comercio e Innovación. Un plan que apuesta por convertir el centro en un espacio vivo, atractivo y cercano, especialmente en unas fechas clave para el comercio local.

“Se nota que hay trabajo detrás”, comentaba Nuria, madre de tres hijos. “No es solo poner un tobogán, es crear ambiente. Los niños se lo pasan genial y tú aprovechas para comprar algún regalo. Está todo pensado”.

Al caer la tarde, el tobogán seguía lleno y las risas no cesaban. Algunos niños ya mostraban signos de cansancio, pero se resistían a marcharse. “Una más y nos vamos”, negociaban los padres, sabiendo que esa “una” rara vez era la última. Y entre bajada y bajada, algún adulto más se animaba, demostrando que la Navidad también tiene licencia para hacer el ridículo o para volver a sentirse niño durante unos segundos.

Cuando la jornada ha llegado a su fin, el centro ha recuperado poco a poco su ritmo habitual, pero ha quedado en el aire una sensación de haber vivido algo distinto. Nieve sin frío, toboganes sin montaña y un centro urbano convertido en punto de encuentro. Zona Centro lo ha vuelto a conseguir. Que la Navidad se viva en la calle, en familia y, si hace falta, lanzándose por un tobogán sin importar la edad.

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