El cielo respetó ayer a los cofrades, que pasaron casi todo el día cruzando los dedos para que la lluvia no apareciera. Después de un Domingo de Ramos radiante, el día amaneció ayer con el cielo encapotado. A pesar de que no se preveían precipitaciones, los nervios estuvieron a flor de piel hasta última hora. Al final, hubo suerte. Los hermanos del Nazareno se apresuraban con los últimos detalles de los tronos, al tiempo que asomaban a la calle para comprobar si había algo que temer. Finalmente, a las 20:30 horas, puntual, los costaleros salieron por la puerta trasera de la Plaza de Toros. Cuarenta pares de pies asomaban por el suelo y se movían como uno solo, despacio y acompasados con el balanceo inconfundible del paso sevillano.
Guiados por el capataz y por la música de su Banda, el movimiento armonioso del paso despertó la admiración de las decenas de melillenses que se agruparon en la puerta de la Plaza de Toros para ver la salida. Todo estaba preparado y no faltó ningún detalle.
El silencio era solemne cuando se abrieron las puertas de la estancia donde aguardaba el trono desde el domingo, cuando fue trasladado desde la iglesia de La Purísima junto al resto de las imágenes de la cofradía. El sonido de las marchas de la Banda fue lo único que rompió la quietud y el paso comenzó a moverse al compás.
Pocos minutos después de la salida, los costaleros realizaron la primera parada, seguida de la primera alza de la talla, que volvió a provocar que en las calles se rompiera el silencio y se cambiara por sonidos de admiración y aplausos. “Esta ‘levantá’ va por todos los que han venido esta noche a vernos”, gritó el capataz a los costaleros, para darles el último empujón. Le siguió un nuevo cambio de paso para acelerar la marcha y volver a parar metros más adelante.
“Izquierda, derecha, todos por igual”, se escuchaba en el silencio de la noche en la voz del capataz, que ayer era los ojos de los costaleros que pasearon el trono por toda la ciudad.
Por delante del trono, la Cruz de Guía seguida de medio centenar de nazarenos, tres mantillas y la Guardia Civil, acompañaban a la talla de Jesús frente a Pilatos en su camino por las calles melillenses.
La talla del Cristo de La Sentencia, que salió por primera vez a la calle en 1947 y desde 2003 es la protagonista de los Lunes Santo llegó a la Avenida, en torno a las 21:45 horas, algo más tarde de lo previsto en la programación oficial. Unos minutos después, antes de las diez de la noche, estaba pasando por Tribuna. La noche era fresca, pero eso no impidió que decenas de personas siguieran a la hermandad en su camino, que concluyó alrededor de las 23:30 horas, con la recogida en la Plaza de Toros.
A esa hora, los costaleros, nazarenos y el resto de cofrades, dejaban el trono en los bajos del coso taurino, se quitaban las túnicas y paraban a descansar, satisfechos por haber podido completar, un Lunes Santo más, la estación de penitencia. Después de semanas de ajetreo y de los nervios de las horas previas al inicio de la procesión, por fin los miembros de la Cofradía podían respirar tranquilos. Hoy mismo comenzarán a preparar los tronos para la procesión del Miércoles Santo,cuando saldrá a la calle el Cristo Nazareno y la Virgen de las Lágrimas, a volver a encontrarse con los melillenses.
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