Esteban subraya que es “muy complicado” revitalizar la zona con fondos públicos por la crisis.
El cargadero del mineral es una infraestructura que no atraviesa su mejor momento. Ante la ausencia de inversión pública para revitalizar la zona, la Autoridad Portuaria de Melilla espera que sea la mano privada la que saque a dicho espacio del ostracismo en el que se encuentra sumido.
Así lo indicó el máximo dirigente del ente portuario, Arturo Esteban, quien subrayó que es “muy complicado” que llegue algo de dinero público para remozar el cargadero.
Según sus palabras, se trata de una zona de gran atractivo en la que podrían instalarse diversos negocios. Asimismo, destacó que su estructura es apta para la organización de exposiciones y similares.
Por otro lado, resaltó que la Ley de Puertos establece unas cuotas bastante elevadas para revitalizar una infraestructura de las características del cargadero. “Económicamente es casi inviable”, aseveró Esteban.
No en vano, aseguró estar “empeñado” en que la infraestructura vuelva a brillar con el esplendor de antaño, aunque para ello hará falta, necesariamente, capital privado.
Por el momento, y tras varios años esperando alguna iniciativa, el cargadero del mineral continúa siendo una zona bastante estéril, aunque tanto la Autoridad Portuaria como el Gobierno local siempre han defendido que se trata de una espacio con múltiples posibilidades. Habrá que esperar a un futuro para ver si recupera el esplendor de tiempos pretéritos.
Desde el año pasado, el Gobierno local ha buscado, sin éxito, una nueva utilidad al cargadero del mineral, después de haber desechado la posibilidad de construir en esta estructura un acuario, tal y como se ideó en un principio.
En todo este tiempo, no se ha presentado ningún proyecto, ni en lo que respecta a iniciativas privadas ni sufragadas con dinero público.
Por el camino han quedado ideas como la de crear un museo sobre las Minas del Rif, que finalmente no fraguó.
Además, hay que recordar que en el pasado hubo un intento de demolerlo, aunque finalmente se decidió salvarlo, al ser catalogado como monumento histórico de la ciudad, estando desde entonces protegido por la normativa. Su estructura sí se utilizó para la construcción del Puerto deportivo de Melilla, una opción que parece haber gustado a los melillenses.