La iniciativa del Ministerio de Educación y Formación profesional (MEyFP) para el intercambio de profesores entre colegios y la Universidad de Granada (UGR) se realizará este año, durante el segundo semestre del curso, en el CEIP España. La idea nace del programa de formación e innovación Hermes, de desarrollo profesional docente a través de estancias formativas durante el curso 2023-2024.
Coordinados por la directora del CEIP España, Cristina Álvarez, los responsables este año de las ‘Tertulias dialógicas literarias para el alumnado de Educación Primaria: una aproximación al arte de dialogar sobre literatura’, son, por parte del colegio, Manuel García y María del Mar Villegas, en tanto que por la universidad intervienen las profesoras María Moya y María José Molina.
Ésta última, profesora en el Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura en Melilla, explica cómo funciona el acuerdo. Para empezar, se trata de un acuerdo del Ministerio con centros de Infantil y Primaria de la ciudad autónoma, por lo que es algo exclusivo de aquí.
El objetivo es establecer redes entre la formación teórica que reciben los estudiantes de los grados de Educación Infantil y de Educación Primaria en la Facultad de Educación y la impartición de las enseñanzas.
Es el tercer año que se pone en práctica y cada uno de ellos la temática es distinta. Los centros interesados presentan sus proyectos y una comisión evaluadora del Ministerio decide qué proyecto se lleva a cabo. El año pasado, por ejemplo, fueron las Matemáticas.
Este curso el proyecto versará sobre Lengua y Literatura y una clase completa de Educación Primaria de la Facultad de educación –entre 30 y 40 estudiantes– disfrutará de la experiencia.
Según la profesora univesitaria, la elección del CEIP España para el proyecto de este año se debe fundamentalmente a un profesor llamado Manuel García que “realiza unas tertulias dialógicas con sus alumnos que son un alucine”.
Con obras de la literatura universal adaptadas a esas edades, en clase se fomentan tertulias en las que los niños comentan e interpretan la obra, su sentido y conductas de los personajes y sugieren alternativas a las decisiones tomadas por ellos.
Moya y Molina conocieron, “por casualidad”, estas tertulias que organiza junto con la otra profesora y les “gustó tantísimo”, según la última, que decidieron que estas técnicas las tenían que conocer sus alumnos.
Según dice Molina, aunque la tarea pueda parecer complicada para niños de 10 u 11 años de edad, en realidad interpretan “muy bien” las obras. Les interesa que sus alumnos vean que “es posible hacerlo sin problema” y con unas reflexiones “madurísimas” por su parte. En ellas, descubren “indicios de amores agresivos o machistas”, además, entendiéndolo “perfectamente”, preguntando por los comportamientos y exponiendo posibles alternativas.
“Hacen reflexiones muy maduras para su edad y decidimos que esta era una práctica que no se podía quedar en el aula, sino que tenía que trascender”, admite la profesora. Al fin y al cabo, no es lo mismo contar experiencias que se hayan visto, o que estén publicadas en revistas científicas, a que sean explicadas por sus protagonistas.
“Queremos que nuestros estudiantes también se involucren”, prosigue Molina, coordinadora del proyecto por parte de la Universidad. La otra es la directora del colegio. Trabajan en coordinación para, durante una semana en cada centro, trabajar de esta manera tan especial.
En esta ocasión, se va a llevar a cabo desde la asignatura de la Didáctica de la Lengua y la Literatura, tanto de Educación Infantil como de educación Primaria.
Aunque este año no se desplazarán alumnos, durante una semana de intercambio –una en cada sentido–, los profesores de uno y otro lado experimentarán lo que hacen sus compañeros. Los alumnos también podrán aprender, por tanto, de los docentes del otro lado.
El profesor origen de este intercambio, Manuel García, cuenta que su método se basa en lo que se conocen como “actuaciones educativas de éxito”, que son aquellas que logran los mejores resultados en términos de aprendizaje y que también mejoran la convivencia.
Son, describe, “tertulias dialógicas literarias”, que consisten en “hacer una lectura de las páginas y luego, en vez de trabajarlas con fichas o de la manera habitual en clase, organizar una exposición colectiva de significado y de conocimiento” mediante el diálogo de todos los niños que participan en la tertulia.
Es, según este profesor, “lo que más éxito” está teniendo, hasta el punto de que en su clase ya se han leído Las mil y una noches, Romeo y Julieta o Los viajes de Gulliver, entre otros, siempre en una versión adaptada a la edad.
El último libro en ser leído ha sido, hasta el momento, La metamorfosis de Ovidio y ahora se encuentran inmersos en Hamlet, con gran aceptación por lo visto.
García afirma que emplean los textos adaptados de la editorial Anaya, entre otras, que se vienen trabajando “muy bien” en las aulas de Primaria. Entre otras obras, los niños han estado leyendo Oliver Twist o las Rimas y Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer.
Los mayores se sientan con los pequeños y leen textos como las Fábulas de Esopo para luego quedarse haciendo tertulia.
El profesor asegura con rotundidad que, a raíz de comenzar este tipo de clases, “ha habido una gran mejora, tanto a nivel académico como en la convivencia, no sólo dentro del aula sino con otras aulas”. En su opinión, el motivo de esta mejora es que se establecen “conexiones” entre los alumnos, ya que la conversación suele derivar del libro que se está leyendo a aspectos de la vida en general.
Para García, el diálogo se convierte, entonces, en “motor para superar cualquier conducta agresiva o violenta que esté sucediendo en el colegio”.
Tras comenzar el programa Hermes en 4º y seguir en 5º, ya van por 6º de Primaria por tercer año y a García le parece “muy interesante”, especialmente para acabar con la “desconexión” que a veces parece que hay entre lo que se enseña en la universidad y lo que se enseña en la escuela.
De la misma forma, el profesor añade que las universidades tienen “a mano” las últimas investigaciones en Educación y Ciencias Sociales y que pueden aportar “mejores resultados, tanto académicamente como en convivencia”.
De hecho, de acuerdo con lo que dice el docente, en ocasiones se produce “un contraste” entre la manera como ellos han estado trabajando tradicionalmente y lo que las últimas investigaciones establecen que es mejor para el alumnado.
Entonces, el mejor remedio, para García, sería aplicar “esas investigaciones que garantizan resultados a la práctica del aula” a través del diálogo que se establece entre investigadores y docentes.
En este sentido, el profesor recuerda que, mientras que los maestros y profesores de secundaria tienen problemas para acceder a las bases de datos científicas de la universidad, los alumnos matriculados en ella pueden hacer uso de esas investigaciones que tan útiles pueden resultar.
Así, al tiempo que desliza una crítica al sistema–, García reclama “que el perfil de investigador que tanto impulsa la universidad también se impulse entre el profesorado y los técnicos de Educación Infantil y Primaria” para que ellos mismos dispongan de las herramientas para consultar lo que necesiten y mejorar sus conocimientos.
Manuel García dijo a El Faro que, en cuanto tuvo conocimiento de la existencia del programa, se animó a participar en él, porque, según recalca, “es muy importante que haya ese diálogo entre la universidad y la escuela”.
Y lo dice alguien que, además de ejercer como maestro de Primaria en el CEIP España, por las tardes trabaja como profesor tutor en el centro asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED).
Desde esa doble perspectiva de maestro de Primaria y su vinculación a la universidad, reitera que ve necesario que haya una “conexión” entre ambos docentes.
El programa Hermes no es el único en el que está participando la UGR para mejorar el nivel de sus estudiantes antes de que éstos den el salto a la vida laboral.
María José Molina indica que hace años que detectaron un déficit lector entre los estudiantes, lo cual es importante para su futuro como docentes –porque, sin conocimientos, no se puede animar a leer a los alumnos–. Por ello, Molina lleva un tiempo con otro proyecto para crear y/o fomentar el hábito lector entre los estudiantes. Esto se lleva a cabo en las bibliotecas de la Facultad de Educación, y no sólo de la de Melilla, sino también en las de Granada y Ceuta, es decir, en todos los campus de la UGR.
En este proyecto, que empezó para dos años y se ha renovado otros dos, se trabaja sobre libros pero incluyendo los que no tienen tópicos literarios, sino que versan sobre matemáticas, ciencias o historia, o un ensayo, por ejemplo.
Lo que se busca con ello es “enganchar” a los estudiantes, explica Molina, con obras que pueden gustarles más y cuyo trasfondo puede ser un problema social, una guerra o cosas por el estilo.
En el club de lectura que se ha creado al efecto, son los alumnos quienes eligen las obras que quieren leer, porque, según la profesora, las “imposiciones” están fuera de lugar. “Va funcionando. No nos siguen las masas, pero vamos creando un fondo y persistimos en eso para conseguir que lean y descubran obras que les pueden gustar”, asegura.
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