El fundador de la Hermandad del Rocío de San Juan de Aznalfarache de Sevilla, Fernando Garrido, fue el pregonero en Melilla, durante el acto que tuvo lugar en la parroquia de la Medalla Milagrosa. La parroquia de la Medalla Milagrosa fue el escenario del pregón de Pentecostés, que es la antesala de la celebración en honor a la Virgen del Rocío. La Hermandad melillense, encabezada por Antonia Cerrato, fue la encargada de organizar este acto y para tan especial ocasión invitó al fundador de la Hermandad del Rocío en San Juan de Aznalfarache, en la provincia de Sevilla, Francisco Garrido, para ser el pregonero en Melilla.
La exaltación a la Virgen del Rocío centró buena parte del pregón de este sevillano, muy amigo de la hermandad melillense. La devoción al Rocío emocionó a los presentes, entre los que se encontraban varios miembros del Ejecutivo local, como la viceconsejera del Mayor y Relaciones Vecinales, Carmina San Martín, el titular del área de Turismo, Javier Mateo, y el viceconsejero de Servicios Operativos, Francisco Villena.
Mantener la fe en crisis
En la segunda parte del pregón de Pentecostés, Garrido recordó la importancia de celebrar el Año de la Fe así como el Año Jubilar Rociero. Las directrices marcadas por la Iglesia en lo relativo a las Hermandades del Rocío fue otro de los aspectos tocados por este pregonero sevillano, quien también fue el encargado del pregón de la Semana Santa de la localidad sevillana de la que procede.
En tiempos de crisis económica, en los que también tiemblan los cimientos morales y religiosos, Garrido apuntó que la clave para mantener la esperanza es la propia fe. En declaraciones a El Faro, aseguró que “cerrar los ojos y saber que Cristo está ahí y que su madre nos está acompañando es la clave para seguir adelante. Es abandonarse a ellos”.
Tras finalizar el pregón, los asistentes se trasladaron a la sede de la Casa de la Hermandad en los antiguos Cuarteles de San Fernando en Melilla La Vieja.