Categorías: NoticiasSociedad

El "momento perfecto" de la Navidad que une a los melillenses

El Faro de Melilla ha salido a la calle y los ciudadanos lo tienen claro: la familia manda, el Día de Reyes gana por la ilusión y la salud vuelve a ser el deseo más repetido para el 2026

En Melilla, la Navidad no es solo una fecha marcada en el calendario: es un paréntesis emocional. Un tiempo en el que la ciudad cambia el ritmo —más luces, más encuentros, más promesas— y también cambia la manera en la que nos miramos. La Navidad “en general” se parece a una sala de espera donde conviven dos cosas a la vez: lo que se va y lo que llega.

Fernando lo explicaba con una naturalidad que corta el ruido de cualquier calle: para él, el momento perfecto es “cuando te reúnes con tus familiares”, especialmente porque es “de afuera” y valora el instante en el que los suyos viajan para visitarle. En su respuesta había algo más que celebración: había memoria. “En estas fechas tan señaladas recuerdas un poco todo lo que ha significado este año”, decía, y también “recuerdas a los que no están”. La Navidad tiene ese don: enciende el hogar, pero también ilumina las ausencias.

Quizá por eso, al hablar de “momento perfecto”, muchos no señalan un acto concreto —cortar el turrón, encender las luces, abrir una botella— sino una sensación: la de pertenecer. Estar juntos. Encontrarse. Volver. Y, a veces, reconciliarse con el tiempo.

La familia como calendario

Si hay un hilo común en lo que cuentan los melillenses, es la familia. No necesariamente la familia idealizada, sino la real: la que se sienta como puede, la que falta por trabajo o por estudios, la que llega tarde, la que discute y se arregla, la que trae niños que son la excusa perfecta para volver a creer.

Ignacio lo resumía desde el recuerdo: “Cuando era pequeño, la Nochebuena”. Y añadía un segundo foco de emoción: “por la felicidad que tienen los niños, el Día de Reyes”. Para él, esos son “los días más importantes en familia”. Como si la Navidad tuviera dos motores: uno que tira hacia atrás (la infancia) y otro que empuja hacia delante (los niños de ahora).

Marta, en cambio, se quedaba con un cierre simbólico: fin de año. “Realmente fin de año”, decía. Y enseguida aparecía el matiz que muchos sienten aunque no siempre verbalizan: “me da un poquillo de pena, porque al final cada año que pasa vamos viendo que falta gente”. La frase podría quedar ahí, sombría, pero ella la abría hacia una lectura más amplia: no siempre se falta por una mala noticia; a veces es porque “estamos estudiando fuera, estamos trabajando fuera”, y eso “también es bonito”. La Navidad, entonces, no es solo estar: también es entender por qué alguien no está, y aun así guardarle un sitio.

Y luego está el 24, el día “más tradicional” para algunos. Otro melillense llamado Fernando que también habló con El Faro lo tenía claro: su día favorito es Nochebuena. “Es el más familiar”, decía, “el más tradicional”. En muchas casas melillenses, el 24 sigue siendo ese punto de encuentro donde todo empieza: la cena, los mensajes, las llamadas, el primer brindis, el abrazo que a veces no se da durante el año.

El Día de Reyes: la ilusión que se hereda

Si hubiera que elegir un ganador sentimental en la calle, ese sería el 6 de enero. Reyes aparece una y otra vez como el instante más puro. No tanto por lo material, sino por lo que representa: el permiso para volver a ser niño, aunque sea durante una mañana.

Fernando (el primero) confesaba que siempre se ha “reflejado más” en el Día de Reyes. “Desde pequeñito he tenido más ilusión”, contaba. Y pintaba una escena que se entiende sin necesidad de decoración: “levantarte por la mañana e ir corriendo al sofá con toda tu familia”. Esa carrera —corta, doméstica— es en realidad un viaje largo: del presente al pasado, del adulto al niño, del año que se cierra al año que empieza con cara de sorpresa. “Espero no perderla nunca”, remataba.

José Luis lo llevaba a una emoción parecida, pero con un giro generacional. Para él, el momento perfecto es “la apertura de los regalos en el Día de Reyes, cuando han venido los Reyes Magos”. Y confirmaba que sí: es su momento preferido “por supuesto”. ¿La razón? La continuidad: “desde que era pequeño y ahora que tengo hijos, más todavía”. La Navidad cambia cuando uno tiene hijos: se vuelve una tarea, sí, pero también un espejo. Uno se mira en la ilusión de los pequeños y entiende por qué esa mañana fue sagrada.

Incluso Diego, con su sinceridad sin filtros, terminaba aterrizando en el 6. Él ampliaba el marco temporal —“desde el día 20 hasta el día 6 de enero”— como quien reconoce que la Navidad es un estado. Su rutina ideal en los días señalados era simple: “comer y dormir”. Pero cuando tuvo que elegir el día más especial, lo decía sin dudar: “el día 6 porque ya estamos en otro año nuevo. Y además están los reyes”. Entre risas, también dejaba claro que los “regalitos” importan.

Rojo en Nochevieja: ¿suerte o costumbre?

Hay ritos que sobreviven porque no hacen daño, porque son fáciles, porque unen en una misma broma. La ropa interior roja en Nochevieja es uno de ellos. El Faro preguntó en la calle si el rojo es “realidad o mito”. Y la respuesta, casi unánime, fue una mezcla de escepticismo y cariño: no creemos del todo, pero lo hacemos igual.

Ignacio lo explicaba sin dramatismo: “Es más bien un mito”, decía, aunque reconocía que “en Nochevieja todo el mundo se pone el rojo”. Y dejaba una lectura interesante: al final, “todas las personas siguen las modas” y esa es “la moda actual del rojo”. La superstición como tendencia.

Marta coincidía: “Yo lo considero un mito”. Y añadía una idea que relativiza cualquier certeza: “seguro no vamos a la otra punta del mundo… y a lo mejor no es el rojo y es a lo mejor el azul”. La suerte cambia de color según el mapa, pero la necesidad de creer en algo —aunque sea jugando— parece universal.

Diego, por su parte, lo resolvía con una frase que vale para la Navidad entera: “Bueno, de ilusiones se vive”. Ahí cabe todo: el rojo, los brindis, las uvas, las promesas, las reconciliaciones exprés, los “este año sí”. La Navidad es también esa licencia para dejar entrar una ilusión, aunque sepamos que el 7 de enero la vida vuelve a pedir lo suyo.

El segundo Fernando aportaba el matiz práctico: “Nosotros seguimos la tradición también del día 31”. No discutía si era mito o realidad: lo importante era la continuidad del gesto, el símbolo compartido.

Lo que se pide al 2026

Cuando se pregunta por el nuevo año, las respuestas suelen parecerse porque la vida, al final, nos ordena las prioridades. En la calle, la palabra más repetida fue “salud”. Salud para seguir. Salud para aguantar. Salud para no perder a nadie. Salud para vivir sin miedo.

Ignacio lo decía como se dice lo esencial: “pedimos salud… por lo menos quedarnos como estamos”. Marta sumaba otra petición muy contemporánea: “mucha paz” y, sobre todo, “que no vivamos con tanto estrés”. Llamaba al estrés “una enfermedad silenciosa” y deseaba “vivir lo más tranquilamente posible”.

José Luis volvía al centro: “Mucha salud. Mucha salud es lo que más se puede esperar”. Y el segundo Fernando, además de pedir salud, abría un deseo social: “que la sociedad estemos un poquito más concienciados de las personas mayores, de todo lo que necesitan”. En medio de la Navidad, cuando los mayores suelen ser raíz y memoria, esa petición suena a responsabilidad colectiva.

Fernando (el primero) unía el deseo de Año Nuevo con una actitud: “me propongo ser feliz, estar cerca de los míos… pasar tiempo de calidad y disfrutar de los míos”. No hablaba de grandes metas, sino de algo más difícil: sostener los vínculos.

Y Diego, con su tono directo, dejaba una frase que muchos podrían firmar: “Que funcione el país”. Pedía menos “conflictos” y “tonterías”, y remataba con una reivindicación casi cotidiana: “dejar el inglés aparte y hablar en español”. Después, como todos, aterrizaba en lo irrenunciable: “sobre todo salud”.

El momento favorito del día

Después de escuchar a los melillenses, la Navidad se entiende como una colección de instantes pequeños que, juntos, hacen algo grande. No es solo la cena o el brindis. Es la puerta que suena. El abrazo que tarda en soltarse. El mensaje que llega de quien está lejos. La silla vacía que duele, pero también la risa que, pese a todo, se abre paso. El sofá del Día de Reyes convertido en altar doméstico.

El momento favorito no siempre ocurre a una hora exacta, pero casi siempre ocurre en el mismo lugar: cerca de los tuyos. En Melilla, la Navidad parece tener tres estaciones claras —Nochebuena, Nochevieja y Reyes— y, dentro de ellas, un mismo deseo: que la vida nos conceda seguir repitiendo la escena un año más.

Tal vez por eso, cuando se apagan las luces de la calle y quedan las de casa, la Navidad se vuelve sencilla: familia, memoria, ilusión, salud. Y ese “momento perfecto” que cada uno describe a su manera acaba pareciéndose mucho al de todos: estar juntos, aunque sea un rato, y sentir que el año nuevo todavía puede traer retos… y también nuevas ilusiones.

Ver comentarios

Compartir

Artículos recientes

La luz de Belén ilumina las calles de la ciudad con su llegada a Melilla

La ciudad de Melilla ha vuelto a reencontrarse este viernes con uno de los símbolos…

17 minutos hace

Una maestra melillense impulsa un intercambio intercultural navideño entre Texas y Melilla

La Navidad ha servido este año como puente entre culturas gracias a una iniciativa educativa…

3 horas hace

Los empleados del Centro Asistencial pasarán a formar parte de una sociedad pública en 2026

El presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, Juan José Imbroda, anunció esta semana que…

3 horas hace

Zona Centro llena de espíritu navideño la ciudad con su tradicional nevada

La calle Conde del Serrallo se transformó este viernes en un escenario propio de la…

3 horas hace

La Hermandad del Rocío elabora dulces caseros hasta el 20 de diciembre

En pleno corazón de Melilla la Vieja, la Hermandad del Rocío mantiene viva una tradición…

8 horas hace

Melilla Titans impulsa actividades durante las vacaciones navideñas

Melilla Titans ha puesto en marcha su programación especial de actividades para el periodo vacacional…

9 horas hace