Si hay un país con el que España y el resto de gobiernos de la UE puede contar para luchar contra el yihadismo, ése es Marruecos. Probablemente no sea tanta la implicación de las autoridades del país vecino en la lucha contra las mafias que se benefician del tráfico de personas.
Y con toda seguridad, la cooperación marroquí frente a los fanáticos religiosos no tiene nada que ver con la ayuda que nos prestan nuestros vecinos para combatir el narcotráfico, en especial el relacionado con las sustancias derivadas del cannabis. Es prácticamente imposible recordar una sola noticia sobre la desarticulación en Marruecos de alguna banda de traficantes de drogas fruto de la colaboración de las Fuerzas de Seguridad de ambos países.
Tampoco es fácil recordar alguna operación conjunta hispano-marroquí contra las mafias que trafican con inmigrantes, ésas que el delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, asegura que existen y que, en casi cuatro años, no ha sido posible desarticular una sola. En este área, el apoyo de nuestro vecino frente a las personas que intentan llegar ilegalmente a nuestro territorio se limita a gestionar los recursos que recibe anualmente de la Unión Europea. Esta empresa, según explica el presidente del Gobierno marroquí en una entrevista que publica hoy El Faro de Melilla, cuesta anualmente 60 millones de dólares y sale muy cara a nuestro vecino porque sólo en una ocasión fueron financiados por Europa. Así lo denuncia a modo de reproche el propio Abdelilah Benkirán la víspera de partir hacia España.
Sin embargo, la cosa cambia cuando la cooperación está orientada a la lucha contra el yihadismo. Aquí sí es posible hablar de una colaboración sincera, cercana y efectiva. Aquí sí es posible enumerar operaciones conjuntas desarrolladas por las Fuerzas de Seguridad de ambos países. Y aquí no es necesario cuantificar en dólares o euros es el fuerzo financiero del que habla Benkirán cuando se refiere al control de la inmigración ilegal. En este caso, las circunstancias obligan y el hecho de que el yihadismo sea un asunto que represente para nuestros vecinos un riesgo igual o incluso mayor que para nosotros ayuda a que florezca el altruismo y la altura de miras. “Para nosotros, todo lo que sea la seguridad de Marruecos, de los españoles o franceses y de los seres humanos, eso es algo sagrado”, dice Benkirán en la entrevista. “Seres humanos” como lo son las víctimas de los mafiosos que se aprovechan de la desesperación de los inmigrantes. “Seres humanos” como los que sufren las consecuencias del consumo del hachís que llega diariamente hasta nuestro territorio.
Todos son “seres humanos”, pero no es suficiente aludir a ellos cuando se busca una cooperación que en el caso de la inmigración ilegal y el narcotráfico no viene motivada por estar en peligro los legítimos intereses ni la seguridad misma del propio Estado.
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