En una carta fechada el 11 de febrero de 2022 y dirigida al arzobispo Rino Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Promoción de la Nueva Evangelización, dicasterio encargado de la organización de este evento universal, el Jubileo de la Esperanza fue anunciado por el Papa Francisco.
Este Jubileo también se plantea como una invitación a abordar problemas sociales y promover la justicia, escuchando las voces de los más vulnerables. El Faro de Melilla entrevista a José Manuel Ferrary Ojeda (Málaga, 1960), deán de la S.I.B. Catedral de Málaga y vicario judicial del Tribunal Eclesiástico de Málaga.
-Sin entrar en la etimología de la palabra “Jubileo” y, a su vez, prescindiendo de su origen histórico más remoto, cabe decir que el Jubileo es un tiempo de gracia, es un Kairós (un espacio de tiempo diferente al tiempo habitual. El tiempo es lineal, es decir, es un “tiempo” que pasa y se va consumiendo. El «Kairós» es ese momento en el que algo importante sucede). Es un tiempo que se caracteriza por la búsqueda de reconocer nuestra debilidad y experimentar con mayor intensidad el perdón de los pecados y conseguir la indulgencia pues permanecen los “efectos residuales del pecado” que hemos de intentar borrar.
El Jubileo, además, nos debe conducir a la caridad y a abrir los ojos a la fraternidad universal ante la gran tragedia de la pobreza. Por lo que de la celebración del Jubileo han de nacer obras de solidaridad y de comunión fraterna (cf., Spes non confundit nn 10-15)
-Para el cristiano, la esperanza es una realidad que se muestra firme en lo que somos. Es una virtud, una actitud, que se fundamenta y apoya en la promesa de salvación y en la fidelidad de Dios.
Si la esperanza nos posibilita y nos empuja a mirar más allá de nuestras dificultades y oscuridades, en este tiempo se muestra más luminosa si cabe y nos recuerda que peregrinamos con un sentido y una finalidad, pues buscamos una conversión personal, diaria, desde el reencuentro con Dios, que se refleja en nuestros hermanos y se hace presente en la celebración de los Sacramentos. Pero, además, en este año, la esperanza se erige como un clamoroso reclamo que nos recuerda que nuestra existencia tiene un fin que es el encuentro definitivo con Dios; nuestra vida se encuentra “arropada” por Dios porque nuestra esperanza se encuentra “anclada” en su amor incondicional.
-Es necesario realizar diversas acciones: 1. Peregrinar hacia alguno de los lugares señalados para este Jubileo. En Melilla es la Parroquia del Sagrado Corazón; 2. Acudir al Sacramento de la Penitencia; 3. Participar en la Eucaristía; 4. Rezar por las intenciones del Romano Pontífice 5. Hacer una obra de caridad (generalmente se colabora con Cáritas u otra Institución de la caridad de la Iglesia).
-La idea central detrás de cualquier Jubileo y también de éste, es alentar a las personas a vivir una vida mejor, buscar la bondad, la compasión…, para ofrecerlas con mayor intensidad en la relación que tenemos con nuestro Señor, que es más grande que nosotros mismos y del cual dependemos continuamente. Podríamos manifestar que el Jubileo debe traer consigo dos acciones. Por un lado, un «parón» en nuestra vida, para poner en crisis nuestros hábitos y huir de las prisas, para dominar y aquietar nuestros egos y nuestra soberbia; por otro, establecer una «distancia» para otear el horizonte mirando al pasado, para construir un futuro más saludable y justo.
-Anteriormente lo he mencionado: en Melilla, la parroquia del Sagrado Corazón; en Málaga, la Catedral y la residencia de acogida del Cotolengo.
En Roma, además de diversas Iglesias, también las cuatro Basílicas Papales (San Pedro en el Vaticano, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros).
-Esas palabras las pronuncia el Papa al comienzo de su discurso y se dirige a aquellos que están allí como “peregrinos de esperanza”, para concluir que el Jubileo se abre a un estilo nuevo de vida, un reencuentro con Cristo. En definitiva, el Papa centra en pocas palabras el sentido del jubileo: acogernos y abrazarnos desde una sola actitud y un solo objetivo, como es comenzar una nueva vida desde el reencuentro con Dios.
-Lo estoy viviendo con intensidad, con alegría y con la necesidad cierta de abrirme diariamente a la gracia de Dios para que, al final de este Año Jubilar, haya podido realizar un peregrinar interno que me conduzca a una verdadera conversión, y consiga ser transformado por la gracia de la esperanza, la fuerza de la misericordia y la ternura del amor. Ojalá lo consiga.
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