Melilla ha vuelto a convertirse en noticia nacional por los disturbios que durante la noche de la jornada electoral y día siguiente a las elecciones han venido produciéndose en las proximidades del barrio de la Cañada de Hidum, en lo que coloquialmente se conoce como el Zoquillo. Ayer tarde, Intereconomía entrevistaba al presidente Imbroda sobre los mismos sucesos y en los periódicos nacionales ya comenzaban a hacerse eco de la reacción vandálica que grupos violentos, al parecer minoritarios, han venido protagonizando los pasados domingo y lunes.
Los disturbios han intentado eclipsar los resultados mayoritarios a favor del Partido Popular, con una actitud abiertamente antidemocrática, que ayer fue condenada rotundamente por el reelecto presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, quien a su vez afeó a Mustafa Aberchán que no se hubiera pronunciado con la misma rotundidad contra los aludidos disturbios.
Y es que el presidente de CpM, en su ánimo obsesivo por seguir cultivando sus enfrentamientos constantes con los medios de comunicación, no sólo desaprovechó, media hora antes de que se pronunciara Imbroda, una oportunidad de oro para hacer un llamamiento al orden y al respeto que merece la mayoría democrática, sino que se limitó a anunciar “nuevos episodios lamentables”, mientras acorralaba a la periodista que le preguntó por los mismos sucesos.
Según Aberchán, la causa de las revueltas en el entorno de la Cañada obedecen a la frustración de una población que ha sido víctima de “compras y engaños” en esta pasada campaña electoral. Sobra decir que para el cepemista los promotores de esos engaños no son otros que los dirigentes del Partido Popular, a los que acusó de haber comprado 2.000 votos, según él, para compensar el trasvase de votos naturales del mismo Partido Popular a favor del nuevo PPL de Liarte y Velázquez.
Aberchán, que el mismo día de las votaciones, a las diez de la mañana, se quejaba de que la Delegación del Gobierno no hubiera puesto un sistema de vigilancia preventivo frente a las maniobras de compra de votos que, una vez más, achacó a dirigentes del PP, denunció ayer en cambio que la presencia policial durante el día de las votaciones fue tan férrea que hasta obstaculizó la participación de los votantes, en lo que llegó a calificar de “toma de los colegios” por parte de las Fuerzas de Seguridad.
También anunció el presidente de CpM que su partido adoptará acciones judiciales contra lo que catalogó en conjunto de irregularidades en este último proceso electoral, para insistir nuevamente en sus acusaciones de compra de votos por parte del PP.
Por el contrario, no dijo nada de las actuaciones policiales en el día de las votaciones ni de la interceptación de varios coches con papeletas y propaganda cepemista, así como diversas cantidades de dinero (entre 600 y 1.000 euros). Prefirió presentar a su hija como víctima de esas actuaciones, mientras obviaba que la Policía ha dado traslado al Juzgado de esas mismas aprehensiones y que, por tal motivo, ya se han abierto diligencias judiciales.
En suma, Aberchán dibujó un horizonte tan inquietante que sólo queda por ver si en los próximos días habrá o no nueva impugnación electoral cepemista y si, efectivamente, como ha anunciado o augurado el mismo líder de CpM, en la Cañada van a producirse nuevos “episodios lamentables”.
Por lo pronto, el mayor ‘pero’ a su argumento se basa en la falta de lógica en lo que afirma. Si como dice, los instigadores y participantes en la protesta son personas engañadas o compradas por el PP, no se entiende que se solivianten cuando el partido llamado a cumplir con los supuestos compromisos contraídos es, precisamente, el que ha ganado las elecciones.
Más bien al contrario, se entenderían las protestas si quienes han prometido son aquellos que han perdido, ocasionando en sus votantes la frustrante comprobación de que lo convenido no se va a llevar a efecto porque finalmente quienes tanto le prometieron no han logrado hacerse con el Gobierno de la Ciudad.
Cabe también interpretar que Aberchán se refiere tan sólo a un clima de crispación entre los vecinos de la Cañada, por “engaños e intento de compra de votos”, pero en tal caso no se entiende que las protestas se lleven a cabo una vez culminadas las elecciones y no previamente, a no ser que alguien las controle con liderazgo suficiente como para determinar cuándo tienen que llevarse a efecto.
Como ven, cuesta y mucho seguir la lógica del cepemista, y lo que en cambio queda claro es su negación de los resultados electorales que han vuelto a dar una holgada mayoría al PP.
Sí como dijo ayer tiene pruebas fehacientes de compra de votos, que las presente y acuda a los juzgados, pero que no diga que por ahora se las reserva para no crispar, cuando con sus declaraciones no hace otra cosa que alimentar y engordar un clima de enfrentamiento totalmente inaudito e inadmisible en un sistema democrático.
Aberchán está conduciendo a su partido al precipicio y está cerrando las nuevas e inevitables posibilidades de diálogo en un panorama político que debe hacer borrón y cuenta nueva en beneficio de los intereses generales de los melillenses.