LA Dirección Provincial de Educación se ha marcado este año la lucha contra el fracaso escolar como principal objetivo. Es el mayor problema que sufren los estudiantes de nuestra ciudad como consecuencia de multiples circunstancias que difícilmente se pueden eliminar de un plumazo. En primer lugar, hace falta una apuesta inversora firme para impulsar el sistema educativo en Melilla. Pero la mejora de las instalaciones, su ampliación, el aumento de profesores para rebajar la ratio de alumnos por aula, el refuerzo del apoyo para muchos niños con dificultades por distintas razones sociales... forman una amplia lista de dificultades que se hacen aún más cuesta arriba cuando hay que abordarlas en medio de una situación financiera como la actual, que obliga a tomar adoptar políticas de austeridad. Sin embargo, es necesario mejorar el nivel académico de nuestros alumnos tanto a nivel local como en el conjunto del Estado para propiciar la salida de la crisis económica y afianzar sobre bases sólidas el desarrollo del país. En ese círculo vicioso es en el que se mueve la acción de la Dirección Provincial de Educación. Ante la imposibilidad de incrementar de una manera considerable los recursos y la inviabilidad de aumentos significativos en las partidas presupuestarias, la única solución pasa por convencer a los docentes para que hagan un esfuerzo. En realidad, se trata de volver a convencerlos, porque estos profesionales ya han demostrado de sobra su implicación en cursos pasados a pesar de que cuentan con menos medios, más carga de trabajo, menos apoyo, más alumnos... Y además han visto cómo disminuye su poder adquisitivo. A su esfuerzo corresponde en la mayor medida el logro de la mejoría en las pruebas de diagnóstico de nuestros alumnos de Primaria y Secundaria respecto a años anteriores.
En estas circunstancias es aún más necesaria, prácticamente imprescindible, la siempre importante colaboración de los padres en la educación de sus hijos. Si desentenderse de los pequeños es una opción arriesgada en otras situaciones, en las actuales circunstancias es una decisión injusta tanto para los docentes, a los que se les reclama más implicación aún, como para los niños, que tal vez necesiten un apoyo o motivación que sus progenitores están en mejores condiciones de darles.
La Educación y el esfuerzo que se requiere en las actuales circunstancias son responsabilidad de la Dirección Provincial, de los maestros y, sobre todo, de las familias.
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