ACABA la Feria y un año más, con el desmontaje de las atracciones, vuelve a salir a la luz en drama de la inmigración ilegal.
Este año el principal foco mediático de este complicado problema está lejos de nuestra ciudad, pero esto no significa que haya dejado de ser preocupante para los melillenses. Hoy, de madrugada, tendremos ocasión de ver de nuevo cómo inmigrantes ilegales, muchos de ellos niños, intentan llegar a la península ocultos en los camiones de los feriantes. Las mismas atracciones que nos han hecho disfrutar durante más de una semana son la oportunidad con la que sueñan estos inmigrantes para intentar iniciar una vida mejor. Hasta ahora, la suerte y la efectiva labor que realizan los agentes de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad han evitado que ese sueño se convierta en una pesadilla para estos polizones que arriesgan la vida ocultándose en los lugares más insospechados y peligrosos de los vehículos. La inmigración, sobre todo la protagonizada por sirios que escapan de la guerra en su país, es la protagonista de los informativos en los últimos días. Hoy nuestra ciudad, un año más, acaparará parte de la atención de los telediarios con la Operación Feriante, que volverá a sacar a la luz el drama de la inmigración ilegal. Sin embargo, es necesario dejar claro que cuando uno de estas personas trata de subirse en Melilla a uno los camiones, no lo hace por un problema generado en nuestra ciudad ni al que sea posible ponerle solución desde la Administración local, ni incluso central. Las escenas que se vivirán esta madrugada y en los próximos días en Melilla son una muestra más de la incapacidad de nuestras instituciones en la Unión Europea para abordar por sí solas un asunto de la envergadura de la inmigración ilegal. El esfuerzo de los agentes desplegados en el recinto ferial y en el puerto unicamente representa un pequeño dique de contención ante un problema de dimensión internacional que difícilmente se solucionará por sí solo mientras exista tanta diferencia en las condiciones de vida a ambos lados de la frontera y, sobre todo, hasta que no mejoren las expectativas de futuro en los países de los que proceden los inmigrantes. Los datos de personas interceptadas por la Policía y Guardia Civil permitirán conocer cuál es la magnitud de este asunto en nuestra ciudad y cómo ha evolucionado en los últimos años. Su trabajo, además de evitar algún suceso de consecuencias trágicas, también servirá para poner rostros al problema. Muchas de esas caras llevan las miradas de niños y adolescentes. Es la vertiente más dura de un problema que para los melillenses va más allá de los minutos que últimamente ocupa la inmigración ilegal en cualquier telediario.