Melilla vuelve a sufrir un incremento en el número de parados. El mes de septiembre ha sido malo para el empleo porque 299 personas han perdido su puesto de trabajo, la inmensa mayoría de ellas del sector servicios, el más castigado con estos datos tan negativos.
El director provincial del SEPE, Jorge Vera, justifica esa subida del paro por el hecho de que septiembre es tradicionalmente un mes complicado por la finalización del verano, una estación que siempre requiere más mano de obra para actividades como la hostelería. Siendo eso cierto, en modo alguno puede ser la explicación de por qué no remonta el empleo en nuestra ciudad.
Hay datos que ayudan a entender lo que está pasando. Por ejemplo, la imposibilidad de aplicar el 50% de bonificación a la Seguridad Social a los contratos temporales echa para atrás a muchos empresarios, que prefieren mantener el número de trabajadores del que disponen, al no poder beneficiarse de esa subvención estatal en caso de que necesiten a un trabajador durante un período de tiempo concreto.
No es un secreto que la ciudad atraviesa una mala situación económica desde el cierre de la frontera y la desaparición del llamado "comercio atípico". Desapareció como por arte de magia el principal sostén productivo, basado en el comercio como principal fuente de ingresos.
Años antes, el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, había alertado de la necesidad de que Melilla "mirara al norte" y buscara otras alternativas económicas. Imbroda tenía claro que el "comercio atípico" no podía continuar, que era una burbuja que explotaría en cualquier momento, y así ocurrió.
Y mientras el Gobierno local trata de desarrollar líneas estratégicas de lo que sería el nuevo modelo económico melillense, no se puede decir que el Ejecutivo de Sánchez esté echando una mano a la ciudad. No solo acabó con ese 50% de bonificación a la Seguridad Social para todos los contratos, de la que se beneficiaban empresarios y trabajadores, sino que, además, se ha demostrado inútil a la hora de obligar a Marruecos a cumplir sus compromisos de 2022 en lo que a la reapertura de la aduana comercial se refiere.
Aunque es cierto que Melilla no puede volver a basar su sistema productivo en la frontera, también lo es el hecho de que contar con ese flujo comercial aliviaría a muchos negocios locales mientras empiezan a dar frutos las acciones de siembra del Gobierno autónomo en sectores como el turismo, la tecnología y la universidad, fundamentalmente.
Sánchez no solo no ha demostrado interés alguno por hacer cumplir a los marroquíes el compromiso de la aduana, sino que tampoco hace que Marruecos acepte la existencia de un régimen de viajeros mediante el que ciudadanos del otro lado de la frontera puedan llevar consigo las compras que realicen en la ciudad.
Ello obliga a que las medidas emprendidas por el Ejecutivo de Imbroda deban dar rentabilidad a la mayor brevedad posible si se quiere crecer económicamente y crear empleo. Se ha tardado mucho tiempo, nada menos que cuatro años, en sentar bases para la implantación de industria tecnológica en Melilla o para que la ciudad sea destino universitario.
Todavía habrá que esperar meses para ver resultados tangibles pero, al menos, la semilla está plantada y no deja de regarse aunque tengamos que estar viendo una y otra vez cómo cae el empleo en la ciudad.
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