Una de las más bellas especies que tapizan nuestros fondos del Mediterráneo occidental es el Astroides calycularis, comúnmente llamado coral anaranjado, un madreporario colonial que vive en las paredes y extraplomos de nuestros acantilados desde la superficie hasta los cuarenta metros de profundidad aproximadamente, siempre en aguas claras y libres de contaminación.
El Astroides calycularis es un coral hermatípico, una denominación que indica que pertenece al grupo de corales que construye arrecifes. Dentro de este grupo, pertenece al orden Scleractinia, el más común dentro de los corales “duros”. Es una de las especies incluidas dentro del coralígeno mediterráneo.
Su curioso esqueleto calcáreo de color blanco y de aspecto redondeado se va desprendiendo de las paredes marinas donde viven sus colonias y se deposita al pie de éstas, formando con el paso del tiempo arrecifes de alto valor ecológico, pues sirven de refugio y vivero para la fauna marina. Además, las paredes cubiertas por esta especie actúan de soporte para moluscos perforadores, como el valioso bivalvo Litophaga litophaga, más conocido como dátil de mar.
Al igual que las anémonas y actinias, los pólipos del coral anaranjado usan sus pequeños tentáculos urticantes, exponiéndolos a la corriente marina, para atrapar a sus presas, que forman parte del zooplancton.
Pertenece a la misma familia que el coral rosado (Dendrophyllia ramea), otra joya de nuestros fondos, aunque la forma ramificada que presenta el esqueleto de este madreporario hace que el aspecto de sus colonias difiera mucho del aspecto de tapiz que toman las colonias de Astroides.
El Astroides calycularis está considerado como una especie tethyana, lo cual significa que ya colonizaba los fondos del mar de Tethys, el mítico mar tropical desaparecido hace quince millones de años y que ocupaba el espacio geográfico de lo que posteriormente sería la cuenca mediterránea. Muchas de las especies que poblaban este mar tropical aún vivían en el Mediterráneo hasta la crisis salina del Messiniense.
Así es como se denomina al fenómeno geológico que aconteció hace cinco millones de años y que provocó el aislamiento del Mediterráneo al cortar la comunicación con el Atlántico. Esto provocó que el Mediterráneo se desecara en el período que permaneció cerrado, unos 200.000 años, extinguiéndose prácticamente todas las especies bentónicas y pasando a formar parte de los fósiles que hoy en día se conservan en nuestras calizas.
¿Cómo sobrevivieron algunas especies coralinas, como Astroides calycularis y Cladocora caespitosa? Una teoría defendida por biólogos como el ceutí Oscar Ocaña explica la supervivencia de estas especies por la existencia de pequeños mares someros dentro del área que ocupaba el Mediterráneo que no llegaron a desecarse. Esto convierte al coral anaranjado en un auténtico fósil viviente, y en un prodigio de la adaptación al medio, siendo todavía un misterio cómo ha sobrevivido hasta nuestros días.
La resiliencia demostrada por el coral anaranjado para evitar su extinción es objeto de numerosos estudios por parte de la comunidad científica. Estos estudios pueden ser muy reveladores a la hora de entender los mecanismos empleados por los seres vivos para adaptarse a los cambios climáticos que se han sucedido a través del tiempo en nuestro planeta.
Su distribución actual se limita a puntos concretos de la costa mediterránea de Italia (Sicilia y Calabria), España (Murcia, Almería, Granada, Málaga, Cádiz, Ceuta y Melilla, así como las islas Chafarinas y Alborán) y Marruecos (costas del Rif).
Esta especie está dotada de protección legal tanto a nivel internacional como nacional, así como por la comunidad autónoma andaluza, lo que no ha impedido que hayan desaparecido muchas de sus colonias como consecuencia de la infame destrucción del litoral llevada a cabo en tiempos recientes por intereses inmobiliarios. La urbanización de la costa supone una amenaza añadida al Astroides, pues es muy sensible a la contaminación y, por tanto, a las aguas residuales, vertidas en muchos casos sin ningún control debido a una caótica planificación urbanística.
Los acantilados del cabo Tres Forcas, de naturaleza volcánica, constituyen un medio excelente para el desarrollo del Astroides en superficie, pues sus paredes presentan numerosas grutas y túneles naturales, y sus aguas son transparentes y están libres de contaminantes.
Las fuertes corrientes marinas que afectan a la costa del cabo, cargadas de plancton, completan el escenario perfecto para que esta especie se desarrolle en toda su plenitud. Las grandes poblaciones que habitan estas grutas ponen al alcance del profano un espectáculo sin igual de irisaciones naranjas, llegando a su máximo esplendor cuando los individuos de la colonia se “abren” y muestran sus tentáculos de manera simultánea al atardecer, de forma similar a como lo hacen las flores.
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