Centenares de melillenses disfrutaron de este maratón. Diez agrupaciones se suben al escenario en la plaza Menéndez Pelayo y desafían a la lluvia con sus canciones populares. “Mamá, ¿llueve porque hemos cantado muy mal?”, pregunta un pequeño de unos seis años que está refugiado bajo un toldo de la lluvia. “No cariño”, responde la madre. “Los ángeles se han emocionado con las canciones que tú y tus compañeros habéis cantado. Por eso cae la lluvia”, afirma. Esta conversación entre una madre y su hijo fue una de las miles anécdotas que ayer se vivieron en la plaza Menéndez Pelayo durante el maratón de Villancicos que se organiza todos los años para cantar a la Navidad. Diez agrupaciones se subieron al escenario y lucharon contra la lluvia que interrumpió en tres ocasiones a los cantantes de villancicos.
Los grupos comenzaron a cantar un poco más tarde de las 16:00 horas y es que ya cayeron unas gotas. Los nubarrones negros no quisieron dejar la plaza y volvió a llover mientras estaban los alumnos del Buen Consejo interpretando unos clásicos navideños. Y como no hay dos sin tres, la tercera llovizna de la tarde se produjo cuando los chicos de Aspanies estaban en plena actuación. Los pobres aguantaron el chaparrón y justo cuando la lluvia caía con más fuerza se bajaron del escenario.
Las gotas de agua del cielo eran tan fuertes que el último grupo que le tocaba subirse al escenario optó por meterse debajo y cantar mientras que la tarima les protegía de calarse hasta los huesos. Con guitarras, cajón y las voces de chicos de todas las edades, el grupo de Santa María Micaela aseguró al público que se refugiaba bajo los balcones y los paraguas que no se irían de allí sin interpretar sus villancicos. Afirmó que con lluvia o frío, hay que celebrar la Navidad.
Y entre las lágrimas que solaron los ángeles desde las 16:00 horas hasta las de las 20:00 horas, los grupos que participaron en esta maratón fueron los alumnos de La Salle, las parroquias de la Castrense, San Agustín, San Francisco Javier, Sagrado Corazón, Medalla Milagrosa, Santa María Micaela, Aspanies, los estudiantes del Buen Consejo y los jóvenes de las Comunidades Parroquiales Vicentinas.
Hubo quien subió vestido de pastor, otros se disfrazaron de árbol e incluso hubo algún que otro reno. Al final, niños y grandes disfrutaron de las actuaciones. Además, la lluvia vino bien a la protesta de los trabajadores de Serramar que se concentraron en esta plaza y pudieron lanzar sus gritos de protesta mientras que los cantantes de villancicos se refugiaban bajo los balcones.
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