A diario se realizan talleres de deporte, manualidades, alfabetización y apoyo escolar. Las religiosas organizan una actividad para los niños residentes en el CETI. Las hermanas también hacen colonias de verano en colaboración con Cáritas.
El verano significa cambio de rutina y de hábitos de vida. En general, los que más suelen disfrutar de este periodo estival son los niños, que dejan a un lado las clases, los deberes y los exámenes para disfrutar del tiempo libre. Como cada año, las hermanas del Centro María Inmaculada se acuerdan de los niños del barrio cuya situación económica y familiar es más desfavorecida, por lo que, además de las actividades que llevan a cabo con ellos durante todo el año, organizan varios programas con los menores.
Por un lado, durante prácticamente todo el día, el centro acoge la realización de distintos talleres, entre los que se encuentran actividades de manualidades, deporte, alfabetización, apoyo escolar y guardería. Además, un grupo de voluntarias venidas de fuera de la ciudad, realiza cada día dinámicas con niños residentes en el Centro de Estancia Temporal Inmigrantes.
Por otra parte, al igual que otros centros cristianos de la ciudad, las religiosas organizan colonias de verano de Cáritas, en las que este año participan 15 monitoras de la península y un melillense.
Talleres
Así pues, el encargado del taller de deporte, Sufian, de 22 años, comenta a El Faro que trabaja con estos niños durante todo el curso mediante actividades deportivas y considera que, para él, “lo más importante” es ver cómo estos chicos le van ganando afecto. Durante el verano, este chico que creció en el barrio del Monte María Cristina, lleva a los chicos a la playa y juega con ellos para intentar educarlos en valores como el respeto, la deportividad.
Este voluntario que, desde enero colabora con el centro, está viviendo su primer verano como monitor, y dice que se marca como su objetivo formar a los niños en aspectos como el compañerismo. “El objetivo principal es que se formen y progresen: Ése es el partido que hay que intentar ganar”, sentencia.
Una experiencia que marca
De Palencia a Melilla. Éste es el recorrido que hizo hace unos tres años Lara, que se encarga de coordinar los talleres de manualidades. Esta joven de 26 años vino a la ciudad para uno de estos campamentos de verano y la experiencia hizo que quisiera venir a Melilla para seguir ayudando en este centro. Así pues, esta monitora ha pasado el último curso estudiando mediante una beca de movilidad en el Campus de Melilla y trabajando con las hermanas.
“Yo siempre digo que Melilla te marca”, asegura Lara, que además comenta que quiere “romper los roles de la sociedad patriarcal” que se dan en las familias de estos chicos, mientras que considera un problema el hecho de que “no crean en sí mismos”. “En tres semanas vuelvo a Palencia”, lamenta, pero asegura que, como mínimo, volverá el año que viene.
“Lo mejor de mi vida”
Por su parte, Carmen Pérez, que se encarga del taller de guardería, comenta que la experiencia en este campo de trabajo es “lo mejor” de su vida, puesto que dice que “sin tener nada te lo dan todo sólo con una sonrisa”. Además, cuenta que una vez, una alumna le dijo “'seño', hoy estás triste, ¿qué te pasa?” y le emocionó mucho.
CETI
Por otra parte, por segundo año consecutivo, las hermanas organizan actividades con menores del CETI. Alejandra de la Riva, boliviana de 30 años, asegura que quiere “ser parte de la solución”, por lo que se animó a participar en este taller.
Asimismo, cuenta que le sorprendió mucho conocer cómo se comunican los inmigrantes entre ellos y con los monitores. “Vengo de un país pobre y al llegar a España he descubierto una pobreza de valores”, asegura al conocer la realidad del centro de extranjeros. Asimismo, comenta que llegó con la idea de ayudar, pero le han ayudado a ella, puesto que ha descubierto otra perspectiva.