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El Avispero: Antes de entrar, dejen salir

Hay que ver cómo ha cambiado el panorama de la Unión Deportiva Melilla en tan sólo unos días. Si hace algunas fechas la desazón, el pesimismo y la desilusión parecían que se habían asentado en el club decano del Grupo IV de la Segunda División B, ahora, sin que la situación haya cambiado hasta el punto de ponerse a tirar cohetes, el horizonte es mucho más esperanzador en cuanto al futuro del club con sede en la Explanada de Camellos.
Poco antes del parón navideño la cosa no pintaba nada bien. El retraso en el pago del primer plazo de las fichas hizo encender las alarmas de la nave azulina y los jugadores, cosa lógica, como cualquier trabajador en ese trance, empezaron a ponerse nerviosos y a barajar la posibilidad de llevar a cabo una serie de actos reivindicativos tan propios de las categorías humildes de nuestro fútbol y tan habitual en los tiempos que corren, sobre todo cuando llega el último tramo de la temporada. La reacción no se hizo esperar y la directiva unionista, con su presidente Cristóbal Sánchez a la cabeza, se puso las pilas y comenzó una cruzada cuyo fruto se se está dejando ver.
Y es que de la posible desaparición del Melilla, como era ‘vox populis’ en todos los mentideros futbolísticos, se ha pasado a pensar y actuar de tal manera que la ilusión y la esperanza han vuelto a depositarse sobre el club unionista, que sigue haciendo encajes de bolillos para rebajar la deuda que arrastra de temporadas anteriores y cuadrar unas cuentas que deberán explicar, con más claridad que nunca, a los socios, abonados y seguidores del equipo, guste o no , más representativo de nuestra ciudad.
Salvo novedad de última hora, el club melillense ha anunciado la celebración de una asamblea informativa en la que todo a punta que se dará a conocer datos reales del estado de la entidad, sobre el escabroso camino andado y sobre el que queda aún por recorrer. Todos esperan que en dicha asamblea el actual presidente, Cristóbal Sánchez, de pelos y señales de lo que se encontró, de lo que se ha hecho y de lo que está previsto llevar a cabo para que, de una vez por todas, los interesados sepan qué es lo que hay y a qué atenerse y así poder entender mejor, desde el punto de vista del aficionado, las medidas adoptadas y que se adoptarán.
Todos esperan el ‘mea culpa’ del presidente, que no puede abstraerse de su corresponsabilidad en la gestión anterior, así como que éste señale el camino a seguir. Porque, a partir de que se sepa lo que hay, sin mentiras ni tapujos, siempre será más fácil tomar y acertar con la solución idónea para intentar llevar al club a una situación de normalidad que de nuevo dé paso a la posibilidad de poder plantear metas mayores.
No cabe duda de que la incertidumbre en el cobro y la buena temporada que está realizando hasta la fecha el equipo azulino, ha dado pie a la posibilidad de que la plantilla se pudiera desmantelar. Pero la mejora en cuanto a las perspectivas y la firme posición que ha mantenido el secretario técnico del equipo, Francisco Sánchez Montoya, en cuanto a que todo aquél que interese al club y quiera marcharse debería afrontar la cláusula de rescisión reflejada en su contrato, ha hecho que lo que podía haber sido una desbandada generalizada se haya quedado, de momento, en un par de salidas como la de Dani Fragoso y Fausto Tienza, muy dispar en cuanto a su proceder, pero tanto una como la otra bastante beneficiosa a la hora de aligerar de peso a las arcas del club melillense. El primero porque dejará de cobrar las dos terceras partes de un suculento contrato, y el segundo porque, de confirmarse el pago de su cláusula de rescisión, el Melilla ingresará una cantidad interesante en su cuenta, amén de ahorrarse también casi la mitad del contrato que el centrocampista extremeño tenía firmado con el club.
Si a esto añadimos los ingresos por Elton y la cantidad que el club se ahorraría si llega a un acuerdo con Eloy Marteache y Omar Monterde, más la cantidad ingresada por la marcha de Edgar al Almería B así como los más de 20.000 euros ingresados por Javi Moyano al principio de temporada para marcharse al Tenerife, tenemos que el club que preside Sánchez Sampalo ha ingresado un suculento puñado de euros que hubieran sentado mejor si no fuera porque, y aquí muestro mi desaprobación y el de la mayoría de aficionados, el señorito Óscar Cano vaya a cobrar por un trabajo que sólo inició, una cantidad insultante de euros que supera a la que cobrará el jugador mejor pagado en estos momentos del conjunto azulino. No conforme con ello, el club también se comprometió a abonar otro montante importante al hombre de confianza del ínclito entrenador granadino. Qué duda cabe que el entrenador – escritor no tiene toda la culpa de ver premiado de esta manera su abandono del proyecto azulino. Un premio con el que bien pudiera haberse dedicado este curso a completar la enciclopedia sobre los parabienes del juego de toque y elaboración y no desestabilizar con sus caprichosas decisiones la armonía de un equipo que está jugando como nunca lo hubiera hecho bajo sus directrices, además de haber hecho el feo de denunciar al club a principios del campeonato y fastidiar así tanto la imagen del club como la posibilidad de que unos colegas de profesión pudieran sentarse en el banquillo en los primeros partidos de liga. Ahora, eso sí, en cuanto a exponer sobre la complejidad de la toma de decisiones dentro de un sistema como el del FC Barcelona, es todo un artista. No quiero perder más tiempo exponiendo la pena que me da que los laboratorios científicos del fútbol no tengan a plena disposición a un erudito de tal magnitud. Y sí quiero manifestar que, tanto los dirigentes de la entidad unionista como los políticos que velan por la continuidad de la UD Melilla, cedan, aunque sólo sea un poquito, para que el plantel azulino no vea demasiado mermado su potencial y pueda incorporar a sus filas al menos un refuerzo para, primero asegurar la categoría y, segundo, para seguir ilusionando a una afición que empieza a despertar y a ver las cosas más claras. Eso sí, como reza el titular, antes de entrar, dejen salir. Condición 'sine qua nom' para que lo uno deje paso a lo otro.

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