Entre los numerosos puestos y actividades del mercado amazigh del Yennayer, destaca la participación del colectivo "El techo es un derecho", un grupo comprometido con la solidaridad y la ayuda a personas en situaciones vulnerables.
Este colectivo ha llevado al mercado una oferta diversa y creativa de productos, todos elaborados con esfuerzo, dedicación y una misión clara: recaudar fondos para cubrir necesidades básicas como luz, gas y otros recursos esenciales para familias en riesgo de exclusión social.
El puesto de "el techo es un derecho" está lleno de productos que reflejan la tradición rifeña y la creatividad de sus integrantes. Entre los artículos más destacados se encuentran dulces típicos como la chebakia, elaborada artesanalmente por las manos expertas de las compañeras del colectivo, y el selou, una mezcla de frutos secos con harina tostada que evoca los sabores tradicionales de la región.
También ofrecen jabón beldi, un producto muy popular en los baños turcos conocido por su capacidad para dejar la piel suave y limpia. Además, el puesto incluye el suer, un cepillo de dientes natural que forma parte de un pack de cuidado personal utilizado en los rituales de higiene amazigh. Otros artículos, como pintalabios naturales, complementos tradicionales rifeños, pulseras y tazas completan la oferta.
Una de las iniciativas más inspiradoras del colectivo es su apuesta por la artesanía reciclada creada por niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad. Estos talleres les enseñan a trabajar con materiales reciclables como palés y cristales recogidos en la playa transformándolos en muebles y piezas decorativas únicas. Los productos elaborados incluyen bancos, cuadros con cristales y otros objetos de madera todos realizados con herramientas básicas y una gran dosis de creatividad.
El objetivo de estos talleres no es solo la creación de productos para la venta, sino también brindar a los jóvenes una oportunidad de aprendizaje y desarrollo personal. Muchos de ellos, sin acceso a la educación formal o sin recursos suficientes encuentran en esta actividad un camino para ganar confianza en sí mismos y adquirir habilidades prácticas que pueden abrirles puertas en el futuro.
El techo es un derecho también trabaja para empoderar a mujeres en situaciones difíciles. Un ejemplo conmovedor es el de una usuaria del colectivo, madre de dos hijos, que ha encontrado en esta red de apoyo una oportunidad para salir adelante. Gracias a la ayuda del grupo ha podido comenzar un curso de auxiliar de enfermería mientras participa en el mercado vendiendo bisutería. Su caso es un reflejo de cómo la solidaridad y el trabajo comunitario pueden transformar vidas, ofreciendo no solo apoyo económico, sino también ánimo y confianza.
El impacto del colectivo no se limita a su participación en el mercado amazigh. Su trabajo diario se centra en brindar apoyo a personas en riesgo de exclusión social creando oportunidades para que puedan generar ingresos y mejorar su calidad de vida. Cada artículo vendido en su puesto no solo lleva consigo una parte de la tradición rifeña, sino también una historia de esfuerzo, resiliencia y esperanza.
La presencia de "El Techo es un derecho" en el mercado amazigh del Yennayer no solo enriquece la oferta cultural y gastronómica del evento, sino que también resalta la importancia de las iniciativas solidarias en una sociedad diversa como la de Melilla. Al visitar su puesto, los melillenses no solo pueden adquirir productos únicos, sino también contribuir a una causa que beneficia directamente a sus vecinos en situación de necesidad.
El colectivo espera que su participación en el mercado del Yennayer no solo les permita recaudar fondos, sino también dar visibilidad a su labor y atraer el apoyo de más personas interesadas en colaborar. Ya sea comprando un dulce típico, un jabón beldi o un banco artesanal, cada pequeño gesto contribuye a mantener viva una red de ayuda que tiene un impacto directo en la vida de muchas familias.
"El techo es un derecho" nos recuerda que la solidaridad y la tradición pueden ir de la mano creando espacios donde la diversidad cultural se convierte en una fuerza para el cambio social. En el marco del Yennayer 2975, su labor brilla como un ejemplo de cómo las comunidades pueden unirse para celebrar sus raíces mientras construyen un futuro más inclusivo y justo.
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