El acto castrense que se celebró ayer en la base de Alfonso XIII fue el punto y final a algo más de un año de actividades de todo tipo para conmemorar cien años de servicios a España y Melilla.
La Unidad de Regulares creada en Melilla hace un siglo tiene una larga historia a sus espaldas que ha sido reconocida, tanto por el Ejército –es el Cuerpo más laureado–, como más recientemente por la Ciudad, que el año pasado le concedió la Medalla de Oro de la institución.
Ser profeta en la tierra propia no es nada fácil en un país como éste, pero parece que la Unidad de Regulares no cumple con esta máxima; seguramente será la excepción que confirma la regla.
En este año de actividades para conmemorar su nacimiento ha recibido el apoyo de muchas instituciones, tanto locales como nacionales, aunque sin duda el de los melillenses haya sido el más destacado, como ayer mismo recordó el coronel jefe en Melilla, Juan Jesús Martín Cabrero, quien hacía referencia a la multitudinaria jura de bandera de personal civil.
Y es que es innegable la estrecha relación entre Melilla y el Ejército. El vínculo entre uno y otro ha sido siempre patente, y a pesar de que se han producido cambios significativos en ambos, por otro lado inevitables, cuando se pone como ejemplo de interculturalidad a Melilla por la convivencia de las distintas culturas que en ella cohabitan, también se debería incluir al Ejército, con una idiosincrasia particular que casa y se entremezcla con el transcurrir diario de la ciudad sin ninguna nota altisonante.