DIEZ meses después seguimos como el primer día, sin saber qué pasó el 27 de octubre en aguas de Punta Negri, cuando dos jóvenes melillenses, Pisly y Emin, murieron por disparos de la Marina Real marroquí.
Ayer, como cada 27 de octubre, los padres, familiares y amigos de los dos jóvenes se concentraron frente a la Asamblea exigiendo justicia por la muerte de sus hijos. En el acto pudo verse a políticos de la oposición, que continúan fiel a la cita, entre otras cosas porque a ellos la familia no les pedirá explicaciones por la demora de las investigaciones en Marruecos.
El paso del tiempo ha hecho mella en los manifestantes y cada vez son menos los que asisten a apoyar a la familia de los dos chicos.
Mucha gente que los quería o los conocía ha perdido la esperanza de que Rabat dé una explicación y quizás por eso ya no secunda las convocatorias.
Sin embargo, el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, está convencido de que Marruecos explicará qué pasó en Punta Negri. Con lo mucho que está tardando el país vecino, como mínimo, debería ser convincente.
Los padres de Pisly y Emin, por su parte, han recurrido al Tribunal Internacional de La Haya para exigir lo que España no consigue de su aliado estratégico: Un informe explicando qué pasó el 27 de octubre de 2013 en aguas de Marruecos y quiénes son los responsables de la muerte de los dos jóvenes melillenses.
Todos entendemos por qué las autoridades evitan a los padres de Pisly y Emin. Las palmaditas en la espalda ya no sirven de nada. Para todos, sin excepciones, es evidente que Marruecos se está tomando demasiado tiempo.
¿Qué va a decir el ministro de Asuntos Exteriores si recibiera a los padres de Emin y Pisly: “Hemos pedido explicaciones por la vía de urgencia en más de una ocasión y pasan de nosotros”. No. Lo sabe, puede que lo admita en petit comité, pero de cara a la galería el discurso no puede enfriar las buenas relaciones entre los dos países.
Marruecos se va a tomar todo el tiempo del mundo y quizás el día menos pensado Mohamed VI regalará el informe de la muerte de los dos melillenses al Rey Felipe alrededor de una mesa atiborrada de dátiles y harira.
Fue lo que hizo el monarca alauí con el acuerdo de pesca ratificado en diciembre por la Eurocámara y que Mohamed VI no firmó hasta julio de este año como regalo al recién estrenado rey de España. Sin embargo, a estas alturas, los pescadores aún no puede faenar en aguas marroquíes.
Si son capaces de hacer eso con el Rey de España, al que supuestamente les une una larga amistad, qué no harán con dos melillenses de a pie, dos padres desesperados que lo único que quieren es saber quiénes y por qué mataron a sus hijos. Probablemente nos queda mucho por delante, pero de momento no hay otra que esperar.
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