Editorial

Demasiada coincidencia

Tenemos suerte para adjudicar obras a empresas que dejan el listón muy bajo

Más de un centenar de inmigrantes subsaharianos entró ayer en Melilla a las siete de la mañana. Al grito de “¡Bossa!” recorrieron la ciudad desde General Astilleros hasta el CETI, pasando por El Tesorillo. Les ecoltaban dos patrullas de la Guardia Civil, que se vio desbordada hasta el punto de tener que cortar el tráfico de mercancías en Barrio Chino porque no había agentes suficientes para garantizar la seguridad del perímetro fronterizo y atender uno de los pasos más complejos de la ciudad.
Tampoco estuvo abierta Farhana al tránsito de vehículos hasta las 12:00 horas porque los trabajos para instalar unas puertas se alargaron más de la cuenta. O eso dicen.
En el paso de Beni Enzar, por su parte, fueron detenidos dos supuestos informantes, acusados de cobrar a refugiados sirios por acceder a la oficina de asilode Melilla. Trabajanan en connivencia con cinco agentes de la frontera de Marruecos que estaban siendo investigados por cobrar mordidas a las mafias que trafican con inmigrantes.
Tuvimos un día negro en los tres pasos fronterizos de la ciudad. Es evidente que algo no funciona bien. Incluso escribirlo es una perogrullada, pero aún así no hemos escuchado a la Delegación del Gobierno anunciar medidas más allá de hablar de una futura reordenación de los pasos fronterizos:¿alguien sabe para cuándo?
Abdelmalik El Barkani ya fracasó cuando intentó sacar el comercio atípico de Beni Enzar y concentrarlo en Barrio Chino. Los comerciantes de la frontera le ganaron ese pulso y el delegado tuvo que ceder porque estaban en juego la paz social y, sobre todo, la economía local. Los barcos se quedaban con la mercancía sin descargar en el puerto. Las tiendas al por mayor de los alrededores de Beni Enzar no levantaban la persiana en señal de protesta.
De entonces a esta fecha vino la reforma del principal paso fronterizo de Melilla con unos retoques más espirituales que profundos. Poco o nada ha cambiado la situación en Beni Enzar.
No nos engañemos. Las obras de Farhana están siendo un caos. En Melilla tenemos una suerte preocupante para adjudicar contratos a empresas que dejan el listón muy bajo. No decimos que no pase los mismo en otros sitios. Todos sabemos que las obras nunca se sabe cuándo empiezan, cuándo acaban ni cuánto van a costar. Pero de ahí que nos toque siempre perder, hay demasiada coincidencia. Como poco, una mala gestión.

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