Melilla es la única provincia de España donde se han repetido unas elecciones en toda la reciente historia democrática de nuestro país. Para hablar de aquel episodio que tanta repercusión tuvo a nivel nacional hay que remontarse 33 años atrás y situarse en el proceso electoral que elegiría las cámaras de la IV Legislatura.
Era el 29 de octubre de 1989 cuando los españoles fueron llamado a las urnas en elecciones generales. Entonces la ciudad no acusaba problemas por el voto por correo, ni tampoco se hablaba de compra de votos, algo habitual, sin embargo, desde los primeros años del nuevo milenio.
Los melillenses votaron en esa jornada electoral y dieron inicialmente la victoria a la candidatura del PSOE, formada por Julio Bassets (Congreso) y Miguel Lahoz y Juan José Suárez (Senado). Eso suponía que se daba un giro importante a la representación parlamentaria de Melilla, hasta ese momento en manos de un PP liderado por Jorge Hernández Mollar.
El respaldo a la terna socialista se interpretó como un apoyo a las políticas que había desarrollado Manuel Céspedes en la Delegación del Gobierno y que desembocaron en la pacificación social de la ciudad, que entre 1985 y 1987 había sufrido una profunda convulsión como consecuencia de la Ley de Extranjería del PSOE y la respuesta de los melillenses de origen bereber en demanda de sus derechos civiles.
Pero no se había dicho la última palabra en las elecciones generales en Melilla. El colegio Juan Caro, entre otros, estaba en el centro de la diana del PP por las irregularidades que se cometieron durante la jornada electoral.
Censos en las mesas electorales que no eran los mismos que se habían entregado a los partidos, actas sin firmar, DNI que no aparecían en los listados de votantes, actos de propaganda electoral durante el curso de la elección y la actuación irregular de apoderados e interventores, fueron los principales argumentos judiciales para dictar la repetición de las elecciones.
En su fallo, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía también hace referencia a que “un interventor del PSOE rellenaba sobres con papeletas de su partido”, que “un musulmán fue detectado por la policía con muchos votos del PSOE para repartirlos” y que “otro musulmán hacía de intérprete para otras personas”. En definitiva, la Justicia interpretó que no se respetó el derecho al secreto del voto.
El caso llegó incluso al Tribunal Constitucional por el recurso de amparo que presentaron los candidatos socialistas, que se vieron perjudicados por la sentencia de repetición de elecciones. Éstas, además, debían celebrarse en el plazo máximo de un mes y sin que mediara campaña electoral: se trataba solo de la jornada de votación.
Y el Constitucional dio de nuevo la razón al PP mediante sentencia de la que fue ponente el magistrado Jesús Leguina Villa. “Las irregularidades afectan a múltiples mesas electorales, a actas carentes de firmas o tachadas, que no se sabe siquiera a las mesas a las que pertenecen”, decía el fallo judicial.
En definitiva, la circunscripción de Melilla se convirtió en la primera de toda España en tener que repetir las elecciones.
El sábado 3 de marzo de 1990, el Boletín Oficial del Estado publicaba un Real Decreto de Presidencia del Gobierno mediante el que se convocaban los nuevos comicios. Serían el domingo 25 de marzo de 1990 y revertirían los resultados de manera tal que los candidatos del PP obtuvieron mayor número de votos que los del PSOE.
Según la propia Junta Electoral Central, entonces había en Melilla 33.985 electores. De ellos, votaron 17.634 y solo se registraron 126 votos nulos. El PP obtuvo 9.748 votos frente a los 6.741 del PSOE; el CDS se quedó con 316 papeletas. Son los resultados referentes al Congreso.
Se da la circunstancia añadida de que la pérdida del escaño que habían obtenido los socialistas provocó que por vez primera, el PSOE de Felipe González perdiera la mayoría absoluta en la Cámara Baja. Eso no impidió que González fuese investido presidente de España.