Melilla, ciudad de rica herencia multicultural, ha sido históricamente un ejemplo de convivencia y respeto entre personas de distintas religiones y orígenes. Aquí, cristianos, musulmanes, judíos e hindúes han forjado un tejido social único, donde la diversidad no solo se tolera, sino que se celebra y enriquece. Sin embargo, en los últimos días hemos presenciado intentos de algunos sectores por poner trabas a esta armonía que tanto nos enorgullece. La reciente campaña de recogida de firmas promovida por la Asociación de Abogados Cristianos, en contra de la inclusión de festividades musulmanas como el fin del Ramadán y la Pascua del Sacrificio en el calendario laboral, despierta una mezcla de preocupación y decepción. Lejos de reflejar un espíritu de cohesión y reconocimiento mutuo, esta iniciativa parece desconocer la identidad plural de Melilla y la importancia de una convivencia respetuosa entre sus habitantes. La exclusión de festividades de una comunidad que es parte fundamental de la ciudad no solo resulta excluyente, sino que también va en contra del progreso social que la mayoría de los melillenses defiende. Es este mismo progreso el que necesita el apoyo y compromiso de todos nuestros líderes. Por ello, aprovechamos este comunicado para pedir al presidente de la Ciudad Autónoma que refuerce su esfuerzo y coordinación con sus consejeros, y se asegure de que cada uno de ellos cumpla con sus promesas para que Melilla avance. La convivencia implica acciones concretas desde las instituciones, y es fundamental que nuestros representantes trabajen en conjunto para fortalecer este modelo de sociedad plural e inclusiva. Algunos líderes de la comunidad ya han expresado su decepción ante la campaña, señalando que no hace más que alejar a Melilla del modelo de integración que la caracteriza. Y no les falta razón. En una sociedad donde todos deberíamos esforzarnos por construir puentes, este tipo de iniciativas solo siembra discordia. La diversidad de Melilla no es una amenaza; es su mayor fortaleza. Reconocer las festividades religiosas de cada grupo no es un privilegio, sino un acto de justicia hacia la pluralidad que define a la ciudad. Este debate debería centrarse en cómo avanzar hacia una comunidad inclusiva, donde cada persona se sienta representada y valorada. Melilla es mucho más que una simple suma de comunidades religiosas y culturales; es un lugar donde cada habitante aporta algo valioso. Reconocer esta identidad compartida en el calendario oficial es un acto de respeto hacia todos. Melilla seguirá adelante, a pesar de las voces que intentan dividir. Esta ciudad, que ha prosperado gracias a la convivencia, continuará siendo ejemplo de tolerancia, recordándonos que el verdadero progreso reside en la capacidad de aceptar y celebrar las diferencias, y en el compromiso de nuestros dirigentes por trabajar unidos en favor de esta visión común.