Y no lo han pasado lo que se dice bien, como Jesús, pero han trabajado desde la tenacidad y la seguridad de estar haciendo un bien a la sociedad melillense y han llegado a la gloria, como Jesús de Nazaret.
Son las mujeres y hombres de la Asociación de Vecinos 'Convivencia' un conjunto humano que nació hace 33 años en un localillo de la calle de Carlos de Lagándara de la mano de vecinos pedáneos que querían y quieren luchar por los intereses del barrio de -afortunadamente, hoy y antes de la dictadura- La Libertad.
En tiempos preconstitucionales -hablamos del albor de 1.977- resultaba complejo y conspicuo reunirse, reclamar a las Administraciones Públicas mejoras para la zona, ofrecer cultura libre y gratis porque, a pesar de la Democracia, las cosas no estaban completamente claras y existía un poso de incertidumbre respecto al pasado reciente -todavía quedan rescoldos de aquellas hogueras- que sembraban dudas de consideración. Pero los vecinos de La Libertad estaban convencidos de que había que moverse. Manuel Soler y los suyos enarbolaron la bandera del asociacionismo vecinal. Días antes, los vecinos del barrio del general Del Real, de la mano del hacendoso y entrañable, Juanito Oña, habían hecho lo propio.
Desde la arteria principal de la zona, se comenzó con el trabajo. No fue fácil porque, a pesar del contenido de sus estatutos, algunos aprovechaban para elevar a los cuatro vientos sociales casposas reivindicaciones políticas. Los respectivos presidentes de 'Convivencia' se veían en la necesidad de recordar a los vecinos 'alterados' que, en ese local no se piaba de política, de ningún color político. Comenzaron los cursos de alfabetización, los juegos de mesa, se creó una sede 'femenina´, nació la gran biblioteca de la asociación y la cosa tomó cuerpo en clave de seriedad.
Antonio Pajares, presidente él, presume de ello: "Estamos para pasarlo bien, claro, pero también para reivindicar mejoras en el barrio. No te creas que todos los socios son del barrio porque hay vecinos de otras zonas que confían en 'Convivencia' y se suman al carro del trabajo desinteresado". Otro Antonio, en este caso el consejero de Educación y Relaciones Vecinales, el señor Miranda, recuerda cómo allá por las agonías de la década de los 90, se encontró con una verdadera 'atomización' de asociaciones vecinales -más de 70-, algunas de las cuales veían llegar inertes y adormecidas las subvenciones de la administración local. Se vio obligado a cortar por lo sano y a trabajar sólo con las instituciones vecinales serias: “Desde el principio supimos quién trabajaba por los vecinos y quienes no. Nunca nos cupo la menor duda de que 'Convivencia' estaba en el primer grupo”.
En un momento determinado las instalaciones de Carlos Lagándara se quedaron más que estrechas y Pajares lo expuso en el seno del Consistorio para ver la posibilidad de hacer una mudanza digna y generosa en metros cuadrados. Quien trabaja honradamente, desde el sacrificio personal, suele tener recompensa y, no sin sana insistencia, la entidad se mudó a los aledaños de estadio 'Alvarez Claro', un pedazo de local distribuido en dos plantas que sigue teniendo la misma parrilla de objetivos que hace 33 años: Reivindicación, amistad y cultura para todos.
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