Más de la mitad de los adolescentes no tienen normas en casa para el uso de las TIC. Son los datos de un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya y la Universidad de Girona que recuerda la necesidad de establecer pautas y límites en el entorno familiar y subraya el papel clave de madres, padres y hermanos mayores.
Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), en el Estado español siete de cada diez niños y adolescentes de entre diez y quince años tienen teléfono móvil, una realidad imparable que hace necesario que los menores aprendan a regularse en el uso de estos y otros dispositivos digitales.
Son datos que preocupan y mucho a algunos melillenses, que se posicionan en contra de que los niños tengan teléfono móvil a una edad temprana. Es la opinión de Álvaro, un joven melillense, que explicó a este diario que él tuvo su primer móvil con 15 años debido a causas de fuerza mayor. Si no, aclaró, habría tenido que esperar un poco más. Él cree que los niños no deberían tener estos dispositivos inteligentes hasta que no tengan la madurez necesaria.
"Yo creo que deberían tenerlo a la edad a la que empiezan a salir para que puedas tener un pequeño control. Sobre todo cuando el niño tenga una mentalidad más adulta para que sepa gestionarse porque no solo la edad con la que lo coges sino también el contenido que generas", señaló.
En este sentido, Álvaro destacó que internet y los dispositivos tecnológicos son a veces un peligro que por los propios jóvenes no tienen en cuenta. "Poner una tontería en las redes sociales con 14 años, a los 20 cuando busques trabajo te puede repercutir", añadió.
Para conseguirlo, las madres y padres, y también los hermanos mayores, son piezas clave en dos aspectos: como modelo de consumo y para establecer límites y pautas en el ámbito familiar. Así lo advierte un estudio del Behavioural Design Lab del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) junto a investigadores de la Universidad de Girona (UdG).
Poner límites a los menores, controlando el tiempo de uso de los aparatos es lo que propone Nacho. Este melillense es padre y está más que acostumbrado a que sus hijos pasen horas frente a la pantalla del ordenador o del móvil. Para él lo más importante es tener confianza con los menores para hacerles entender cómo hacer un uso responsable de internet y evitar los peligros.
También revela este mismo estudio un resultado sorprendente: un 60 % de los adolescentes no tienen normas en casa para el uso de los dispositivos TIC, ya sean móviles, televisiones, ordenadores, tabletas o aparatos de videojuegos.
Un porcentaje que no extraña nada a Conchi y Ani. Estas dos amigas melillenses destacaron que ya no tienen edad de controlar a sus hijos, pero que ven que sus nietas están todo el día con el teléfono móvil sin ningún tipo de control. Ellas aseguraron que esta práctica no les gusta nada y que los niños deberían utilizar su tiempo libre en otras cosas.
Para los impulsores de la investigación, publicada recientemente en papel en la revista científica Journal of Family Issues, esta es una situación que habría que remediar: "Si no ponemos ningún tipo de norma, los niños y adolescentes no se autorregularán de forma autónoma, porque todavía no son suficientemente maduros. Pero, si imponemos las normas, la respuesta inmediata puede ser saltárselas, porque esto forma parte de la etapa adolescente". Lo explica Merche Martin Perpiñá, psicóloga y profesora de la UOC y la UdG, y una de las autoras del estudio, que se llevó a cabo a partir de los datos recogidos para su tesis doctoral.
"Nosotros hablamos de mediación activa, es decir, de negociar, de llegar a acuerdos, de hablar", sigue Martin. La psicóloga subraya los beneficios de interesarse por qué hacen los hijos con las TIC y, al mismo tiempo, aprender de ellos.
"Si como padre te interesas por cómo ha ido el partido de tu hijo, también puedes interesarte por cómo le ha ido el videojuego. Si no, este canal de comunicación se va cerrando. Y es muy importante poder hablar abiertamente de qué hacen los adolescentes con el móvil, las redes sociales o el ordenador. Podemos aportar consejos en cuanto a la seguridad, los perfiles falsos o las conversaciones con desconocidos y, a su vez, los hijos pueden enseñarnos cómo funciona TikTok o cómo hacer un determinado vídeo".
Martin firma la investigación con los profesores de la UdG Sara Malo y Ferran Viñas y con las profesoras de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, Modesta Pousada y Beni Gómez-Zúñiga, también del grupo de investigación Behavioural Design Lab, del eHealth Center de la UOC.
El estudio, titulado "Family Context Surrounding the Use of Technologies and Their Impact in Adolescents' Media Multitasking", se publicó en línea en 2021. Los datos que usa se recogieron hace poco más de cinco años y se refieren a la percepción que 977 estudiantes de entre once y dieciocho años de seis centros educativos del Alt Empordà (Cataluña) tienen sobre el consumo de los dispositivos TIC en casa. Esto es lo que lo hace pionero: investiga el perfil tecnológico de las familias con relación al uso que hacen los adolescentes de las TIC.
El análisis del uso de los dispositivos hace referencia tanto a la frecuencia como a la simultaneidad de tareas, el llamado media multitasking. "Les preguntábamos si, mientras estudiaban o hacían los deberes, llevaban a cabo otras tareas, como hablar por teléfono, escuchar música, mirar una serie de televisión o cualquier otra acción que requiriera el uso de la pantalla", concreta Martin. El resultado: quienes explican hacer más media multitasking relatan que sus padres y hermanos hacen más uso de los dispositivos TIC en casa. En cambio, la existencia de normas no condiciona demasiado que los adolescentes hagan más o menos media multitasking.
"Si estoy estudiando y miro los mensajes de WhatsApp continuamente, tengo una atención parcial en cada cosa. Esto puede afectar al tiempo que tardo en estudiar y hacerme cometer errores, porque no estoy plenamente concentrada. Por otro lado, todo el mundo hace media multitasking, y cuando estos niños y adolescentes lleguen a la vida adulta y tengan un trabajo, se les requerirá hacerlo. Pero tienen que ser capaces de poner el móvil en silencio y dejarlo a un lado en su rato de estudio. Se trata de encontrar el equilibrio entre las oportunidades de las tecnologías y la conciencia que hay que ponerle", comenta Martin en este sentido.
Entre los múltiples resultados numéricos que aporta esta investigación, destacan los siguientes datos: un 46,9 % de los adolescentes dicen que en casa hay entre cuatro y cinco teléfonos móviles; un 34,7 % tienen dos o tres aparatos de videojuegos; más de la mitad tienen dos o tres ordenadores en casa y dos o tres televisiones. Además, un 38,3 % reconocen que usan el móvil continuamente.
A su vez, el estudio relaciona una elevada cantidad de dispositivos en casa con un mayor uso. En este sentido, la experta de la UOC apunta: "A pesar de que no hay recetas mágicas, tengamos en cuenta que, si tenemos una tele en cada habitación, fomentamos que cada cual mire lo que quiera y cuando quiera. Si solo tenemos una en un espacio compartido, pasaremos más ratos juntos y tendremos que negociar qué vemos".
Cinco años después de haber recopilado estos datos, ¿puede haber cambiado algo? "Creo que, si hiciéramos las mismas preguntas, ahora encontraríamos todavía más uso de los dispositivos, y quiero ser optimista y pensar que encontraríamos más normas. De hecho, cuando hicimos la recopilación de datos, no había demasiado interés en los resultados de nuestro estudio, y hoy sí que detectamos este interés; recibimos muchas peticiones para hacer charlas y dar consejo para ayudar a regular el uso que los adolescentes hacen de las TIC", relata la psicóloga y profesora de la UOC y la UdG.
El equipo de investigadores tiene previsto seguir explorando cómo el contexto familiar afecta el consumo de los dispositivos TIC por parte de los adolescentes, teniendo en cuenta nuevas variables, como el ejemplo de los padres y madres o la percepción de los profesores y profesoras.
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