“Espera en el Señor,
se valiente,
ten ánimo.
Espera en el Señor
Salmo 27,14
Las cuatro semanas anteriores a la solemnidad de Navidad, forman el tiempo de Adviento, que es la preparación para la llegada del Salvador.
Dando con el 1º domingo de Adviento comienza el nuevo año litúrgico, que termina el domingo anterior a la solemnidad de Cristo Rey.
Las normas litúrgicas universales dicen que el Adviento comienza con las primeras Víspera del 1º domingo de Adviento y acaba antes de las primeras Vísperas de Navidad.
Contiene cuatro domingos, que se estructuran en dos partes bien definidas: una desde el 1 al 16 de diciembre y del 17 al 24 del mismo mes.
El tiempo de Adviento no se conoce en Roma hasta el siglo VI, recogiendo la palabra adventum, aplicada a la llegada de algún personaje importante- Emperador- .
Es el tiempo del Maragma- Tha–Señor- de la espera gozará del Señor.
Fue el papa San Gregorio Magno quién lo estructuró en cuatro semanas.
Teológicamente es tiempo de espera gozosa del Salvador, de la venida de Cristo Rey; es tiempo asimismo del Espíritu Santo, tiempo del cumplimiento de las profecías, tiempo de comunión y tiempo mariano por excelencia- diciembre es el mes más particularmente apto para el culto a la Virgen sin que deba ser considerado como mes de María con la Inmaculada, la Expectación al Parto y que ya en tiempo de Navidad con la solemnidad de María Madre de Dios, el 1 de enero.
En los aspectos litúrgicos, el Adviento es tiempo de relativa austeridad en los signos externos- el que espera algo le falta.
Se omite el Gloria los domingos por el carácter relativamente penitencial del tiempo para que resuene con más alegría el Gloria de la Misa del Gallo.
Las vestiduras son moradas como en Cuaresma, y el altar debe estar escueto y sin adornos muy festivos.
El tercer domingo de Adviento, llamado de Gaudete, recibe este nombre por la primera palabra en latín de la antífona de entrada que dice:
“Gaudete in Domino Semper: interum dico, gaudete”
“Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres”
La antífona está tomada de la carta paulina a los filipenses que sigue diciendo:
“Dominus prope este”
“El Señor está cerca”
Y efectivamente, en este 3º domingo que marca la mitad del Adviento, la llegada del Señor se ve próxima.
Cuando nos acercamos a la celebración del nacimiento de Jesús, la palabra de dios nos recuerda cómo las profecías han sido ya cumplidas; que estamos en lo que los teólogos llaman el “ya”, “pero todavía no”.
Por ese motivo, en este domingo los signos penitenciales que, modernamente, se dan en Adviento, hoy se eliminaron.
Se deben poner más flores, sonar la música y, como más característico, se pueden usar vestiduras de color rosa.
En Adviento también se recomienda en un lugar preferido colocar una imagen de María en cinta.
La semana última del Adviento, tiene, un sentido propio y distinto al resto del Adviento, pues la llegada del señor es inminente.
“Tal vez deberíamos celebrar el Adviento dejando que los caros signos de este tiempo, penetren en nuestra alma sin que les ofrezcamos resistencia, dejando que su calor nos temple sin caer en preguntas y vacilaciones, y aceptando después llenos de confianza la inmensa bondad de ese NIÑO, el que pudo solo hacer cantar las montañas y que ha convertido en alabanza los árboles del bosque.”
(Benedicto XVI)
En estos días nuestra ciudad, sobre todo el Centro, se ha llenado de luz y color.
Poco antes de Navidad, las calles de las ciudades se inundan de guirnaldas luminosas formadas por miles de bombillas multicolores. En muchos lugares la inauguración de este alumbrado especial se convierte en una auténtica celebración.
Las primeras luces eléctricas de Navidad, fueron inventadas por Edward Hibberd Johnson, socio de Thomas Edison. En diciembre de 1882, Johnson encargó un total de ochenta bombillas rojas, blancas y azules del tamaño de una nuez para decorar el árbol de Navidad de su casa de la 5ª Avenida de Nueva York.
Muy pronto esta moda se extendió a la decoración de interiores y escaparates, y en la década de 1920 se empezaron a comercializar guirnaldas de luces para el exterior de los edificios.
El primer despliegue de luces navideñas en una ciudad fue el de la “Avenida Santa Rosa en Altadena (California)
Durante la década de 1930, la costumbre de iluminar las ciudades en Navidad fue generalizándose poco a poco. Entre los montajes más célebres del mundo figuran el de Oxford Street, en Londres y el de los Campos Elíseos en París. También resulta muy impactante la de algunos edificios famosos, como la Torre Eiffel de parís o la Opera de Sidney (Australia).
En España, estos últimos años, se han convertido en todo un icono, la iluminación de Vigo, Málaga, Madrid y Barcelona.
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