El presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE), Antonio Garamendi, se encuentra en Melilla desde ayer y será hoy cuando desarrolle la agenda de encuentros y de trabajo que le ha traído a la ciudad en una visita que ha tenido que posponer en distintas ocasiones en los últimos meses. Garamendi, líder de la patronal española, es un hombre importante en nuestro país, con relaciones al más alto nivel y que viaje a Melilla es una buena noticia.
No es lo mismo que te cuenten las cosas estando en Madrid que conocer in situ cuál es la situación que están atravesando las empresas melillenses. Y eso es lo que esta ciudad necesita, que vengan grandes personalidades que conozcan sobre el terreno nuestras carencias y las necesidades más perentorias, que son muchas y variadas.
Son varias las cuestiones que Garamendi puede anotar en su cuaderno de tareas pendientes. Por ejemplo, presionar ante el Gobierno de Pedro Sánchez para que obligue a Marruecos a la apertura de la aduana comercial, pendiente desde hace casi un año partiendo de la fecha comprometida para su puesta en funcionamiento.
Otra cosa es que ayude a los empresarios locales a conseguir que se derogue el actual sistema de bonificación a la Seguridad Social y se vuelva al 50% de las cuotas, como se tenía antes del 1 de septiembre pasado. Y otro punto esencial más, la subvención al transporte de mercancías, sobre todo productos de alimentación para que puedan bajar los precios y el coste de la cesta de la compra sea más asequible a los explotados bolsillos melillenses.
Sería una visita muy productiva si Garamendi tomara acción a su vuelta a Madrid y moviera sus hilos, que seguramente los tiene, para contribuir a la mejora de la economía local, fundamentalmente de sus empresarios.
Por otra parte, seguro que si el ministro de Sanidad, José Manuel Miñones, visitara el hospital Comarcal y fuera como un paciente más en la ciudad ante cualquier tipo de dolencia, cambiaría el sistema y se pondría las pilas para inaugurar las instalaciones hospitalarias prácticamente terminadas pero eternizadas en el tiempo en cuanto a funcionamiento.
Si tuviera que aguantar las listas de espera que existen en la práctica totalidad de las especialidades, si se encontraba con que no tiene médico asignado en el Centro de Salud de Cabrerizas porque el suyo está de baja, es más que probable que reaccionara y comprendiera que los melillenses no somos ciudadanos de segunda, que pagamos nuestros impuestos y que tenemos el mismo derecho que un peninsular a tener una sanidad pública de calidad.
Exigimos un servicio acorde al siglo XXI, una atención adecuada, un hospital digno, unos médicos incentivados y que el Ingesa se deje de tanta corbata y se dedique más a las batas blancas que son las que realmente importan e interesan a los ciudadanos.
Y así podríamos seguir con una larguísima lista de situaciones que se dan en la ciudad y que representan una anomalía en los tiempos en los que vivimos.
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