El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, reiteró ayer algo que ya había declarado a mediados de mes: que Melilla, junto a Ceuta, corren especial peligro de atentado yihadista por su situación geoestratégica.
La primera ocasión que lo mencionó fue tras los atentados de París, y ayer volvió a hacerlo tras la detención en Cataluña de tres personas relacionadas con la captación de yihadistas a través de internet. El riesgo de atentado se extiende también a Barcelona, por el mismo razonamiento respecto a su ubicación geoestratégica. Y a Madrid, por supuesto.
El contrapunto tranquilizador a estas manifestaciones lo realizó la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáez de Santamaría, al asegurar que el riesgo cero no existe, pero que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado realizan una labor ingente para disminuir al mínimo el peligro.
Y a este aspecto es a el que no queda más remedio que agarrarse para no vivir en permanente miedo hacia un ataque. Hay que ser consciente de la gravedad de la situación, pero, al mismo tiempo, hay que mantener la confianza en el trabajo de los profesionales y no caer en el alarmismo, por difícil que resulte. El pasado viernes, sin ir más lejos, se produjeron momentos de nerviosismo cuando se descubrió un bulto abandonado en el Parque Hernández. De inmediato se desplegó el protocolo de seguridad, con la intervención de los Tedax incluida, hasta que finalmente se descubrió que no había peligro real en el contenido de la maleta sospechosa.
También ha contribuido a rebajar el tono de tensión el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, al asegurar ayer que no creía que fueran a adoptarse medidas de seguridad extraordinarias de cara a la visita del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que tendrá lugar el próximo jueves.
Imbroda aseguró que las medidas que ya se aplican a diario son lo “bastante potentes”, dado el nivel de alerta decretado para la ciudad autónoma.
Así las cosas, queda depositar la confianza y el apoyo en la Policía y la Guardia Civil, junto al resto de cuerpos de seguridad del Estado, para que la vida de los ciudadanos se desarrolle con normalidad mientras se combate contra el terrorismo yihadista.