LOS periodistas de Melilla sufrimos la poca importancia que se le da en este rinconcito de España a la conciliación familiar de los trabajadores de la prensa. No entendemos por qué hay convocatorias pasadas las nueve de la noche, que perfectamente podrían hacerse, como en otras ciudades de nuestro país, por la mañana y que, en la mayoría de las ocasiones comienzan con retraso.
No estamos hablando de procesiones de Semana Santa ni de la Feria, ni de actos protocolarios. Eso es una vez al año. Nos referimos, por ejemplo, a esos políticos que se aburren durante todo el día y que sobre las diez o las once de la noche envían una nota de prensa a un periódico, con la esperanza de que al otro día la leerán tomándose un café en un bar. ¿Creerán que las noticias se publican solas? Por si hay dudas, es mejor responder: ese trabajo ‘sencillo’ lo hace un periodista que tiene familia y sueños como el resto de los mortales.
¿De verdad hace falta una explicación para saber por qué nuestro gremio, el de la prensa, es uno de los que tiene una mayor tasa de divorcio en este país?
Los mismos políticos que se dan golpes de pecho defendiendo la conciliación laboral son los que luego convocan a la prensa por la tarde y le hacen esperar sin un ápice de empatía, porque no les importa que después tengan que escribir esa noticia hasta las tantas.
Esta semana, por ejemplo, la prensa ha estado convocada a las 22:00 horas para la gala de Dama y Caballero Ciudad de Melilla, que comenzó con una hora de retraso.
CpM ayer citó a los periodistas a las seis de la tarde (por error) en el Cementerio Musulmán para la salida de la caravana protesta contra el veto sanitario a los borregos marroquíes y no hubo declaraciones hasta una hora más tarde. Después llegaron las disculpas, pero el daño ya estaba hecho.
No citamos estos dos ejemplos por buscar cabezas de turco sino por ejemplificar cómo nos influye a los periodistas la desorganización de determinados eventos.
En las grandes ciudades, si un artista va actuar en un teatro o en un auditorio, da una rueda de prensa por la mañana porque por los problemas de transporte nadie iría si lo hace de noche. Además, compareciendo a primera hora se asegura salir en los telediarios y en informativos de las radios. Pero en Melilla los invitamos a hablar por la tarde porque así se echan la siesta y están más relajados. Y el periodista, que se las apañe.
Las redes sociales y la nueva forma de comunicar de estos tiempos impiden que los trabajadores de la prensa escrita guardemos un tema para el día siguiente. Veinticuatro horas después, apesta. Se ha podrido porque ya ha salido en internet. ¿Quién va a pagar un euro por una noticia en papel y con retraso? Con suerte la madre o los familiares del que sale en la foto.
Si queremos competir con el resto de medios de información, si queremos que el papel siga vivo, necesitamos que el discurso de la conciliación familiar y laboral no sea sólo de boquilla. Los políticos son los primeros que tienen que poner de su parte. La pegada de carteles electorales a las doce de la noche no es la mejor forma de conseguirlo, sobre todo, si hay que repetir elecciones.