Melilla es una ciudad que debe enfrentar importantísimos retos sociales y económicos en los próximos años, retos en los que la mano amiga de Bruselas puede ser esencial. Hay cuestiones de primer nivel que deben ponerse sobre la mesa a no más tardar, como es la incorporación en la Unión Aduanera a través de una negociación beneficiosa para los melillenses y que no implique, en modo alguno, perder las ventajas fiscales que se disfrutan aquí.
Si en los últimos años el debate se centraba en si debía solicitarse o no la pertenencia a ese cordón aduanero, ahora parece que la idea de incorporarse a la Unión Aduanera es aceptada de forma mayoritaria. Lo que falta es todo lo demás, es decir, solicitarlo oficialmente y que se pongan en marcha las negociaciones para conseguir que entrar en ese club no implique la pérdida de nuevo ventajoso régimen fiscal, de los mejores que existen actualmente en toda Europa, según afirman los expertos en la materia.
Otro tema que no se puede seguir aplazando durante mucho más tiempo es que Melilla tenga presencia en el Comité de las Regiones, asunto desde el que se viene hablando durante más de una década y que nunca jamás ha tenido el empuje que se necesita para conseguir una vacante en este órgano, donde está el poder regional europeo. Tampoco se puede soslayar la necesidad de que la ciudad reciba tratamiento de región con desventajas geográficas dentro de la Unión Europea, porque eso implicaría inversiones y un reconocimiento de la situación periférica de Melilla que podría ser muy útil en conectividad, por poner un ejemplo.
Tampoco se puede olvidar que la ciudad recibe una cantidad respetable de fondos europeos, si bien no estaría de más investigar las posibilidades que ofrecen otros programas para acogerse a las facilidades que ofrece estar en Europa. Y otro aspecto muy relevante es disponer del respaldo de las autoridades europeas frente a Marruecos, sobre todo en tiempos en los que el Gobierno nacional prefiere contentar al sátrapa marroquí antes que defender los intereses de los ciudadanos españoles en el norte de África.
En definitiva, un abanico de políticas que merecen el pronunciamiento y las propuestas de quienes optan a formar parte del próximo Parlamento Europeo, sobre todo en el caso del PP y del PSOE, como organizaciones mayoritarias que son en las instituciones de la Unión.
Se inicia hoy la campaña electoral como recta final hacia la jornada de votaciones del 9 de junio. Es el momento de pedirle a los partidos de la contienda que aparquen durante un rato crispaciones, descalificaciones y demás floritura poco edificante para centrarse en qué es lo que sus organizaciones políticas proponen desde Europa para Melilla, qué están dispuestos a pelear en Bruselas y plantear sus alternativas a lo que ahora tenemos que, dicho de paso, tampoco es que sea mucho.
Es el momento de demostrar que los partidos mayoritarios han entendido el mensaje que conlleva la desafectación del ciudadano con respecto a la política y que están dispuestos a convencer con argumentos y no con exabruptos. Esta petición es difícil que prospere, todo hay que decirlo, pero hay que intentarlo a pesar de que el primer gran debatre de la campaña, la bonificación a la Seguridad Social, ya haya despejado la duda del por qué de la aprobación del Real Decreto con tantas prisas: el PSOE pretende poner contra las cuerdas al PP y hacerle tragar una norma que en absoluto devuelve el sistema anterior al 1 de septiembre de 2023.
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