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El cierre de la frontera deja a Melilla sin ropa de segunda mano

El cierre de la frontera ha tenido muchas consecuencias, entre ellas que que se ha dejado a Melilla sin ropa de segunda mano. Han desaparecido los puestos de segunda mano que había en Beni Enzar y en el barrio del Rastro. Esos puestos se colocaban en un mercadillo ambulante, que en Melilla se llamaba Yutía, y ahí los melillenses podían hacerse con “zapatos, camisas o chaquetas”, según expresa un melillense llamado Bouarfa en declaraciones a El Faro.

“Eso ha sido un negocio aquí en Melilla durante mucho tiempo, además, un negocio bastante lucrativo. Lo que pasa que ya con toda la frontera cerrada ha desaparecido. ¿Quién no se ha comprado algo que no encontraba y lo veía ahí?”, señala este melillense.

Explica que esa venta de ropa de segunda mano siempre ha estado vinculada al barrio del Rastro y a la zona de Beni Enzar, la más próxima a la frontera. “Era una forma tremenda de que entrase dinero a Melilla, pero ahora estamos que no vemos ni un duro”, lamenta.

Otra melillense, Nora, recuerda también que hace unos años había tiendas y puestos de ropa de segunda mano por esas zonas de Melilla. Pero que ahora no compra ropa de segunda mano en Melilla porque la frontera está cerrada.

En los últimos años la ropa de segunda mano se ha convertido en una alternativa económica y sostenible en la moda. El Faro ha salido a preguntar a los melillenses si han comprado alguna vez ropa de segunda mano y dónde se puede encontrar en Melilla.

Alternativa económica

Ahora la gente, como Nora, se hace con este tipo de productos bien porque viajan a la península y los compran en algunas tiendas especializadas en ello o por algunas aplicaciones online.

“A veces es ropa que se encuentra en buen estado, porque si no está en buen estado no lo compras, lo dejas”, expresa. Ella acaba comprándolas en tiendas de segunda mano de la península o por plataformas como Wallapop o Vinted.

Ana también compra ropa y productos de segunda mano, pero lo hace cuando va a la península. “En Granada con mi hermana pedíamos ropa por Vinted, pero poca cosa porque me sale más rentable las rebajas con ropa nueva”, asevera.

Los melillenses que compran ahora ropa de segunda mano se hacen con estos productos a través de plataformas online, tiendas en la península o los heredan de otros familiares y conocidos. De hecho, Ana menciona que prefiere esta última opción, la de que sea ropa que proceda de personas porque de desconocidos ya no le gusta tanto.

También parece que son las generaciones más jóvenes, las que están más vinculadas con la tecnología, las que optan por hacerse con este tipo de productos.

Eso es lo que cree Isabel. Esta melillense asevera que nunca ha comprado ropa de segunda mano. En primer lugar, porque nunca se ha dado la ocasión, y en segundo lugar, porque ve que la única forma de hacerlo es por plataformas online y no conoce mucho como se hace. En este sentido, y por los precios más económicos, cree que la compra y venta de este tipo de productos de segunda mano es más propia de generaciones más jóvenes.

Una diferencia generacional

“Nunca lo hemos hecho, y creo que no nos vamos a acostumbrar”, comentan también dos amigas que pasean por la Avenida Juan Carlos I, Lucía y Remedios.

Otra persona que cree que esto es algo que controlan mejor los jóvenes es Bouarfa, quien dice que con un teléfono en el que se descargue la aplicación ya pueden ponerse a vender y comprar ropa de segunda mano.

“Pero aún así yo creo que queda mucho por hacer. Ellos ven el tema de la segunda mano como algo mal visto”, expresa el melillense

Una segunda vida

La ropa de segunda mano, ya sea heredada, regalada o comprada, supone una segunda vida al producto y por ello se convierte en una alternativa económica y sostenible a la moda.

“Entiendo que es así, y, además, debería de serlo porque ya el planeta tiene una sobreexplotación y todo lo que sea un segundo uso y aprovechar la pieza debería hacerse. Recuerdo que antes aprovechábamos todo, yo heredaba los libros de mi hermano”, explica Bouarfa.

Ana también insiste en que lo de llevar ropa usada es algo de siempre, porque ella siempre ha compartido ropa con su hermana y sus hijos siempre han compartido cosas con sus primos.

“Si la ropa está bien, es tontería comprarse ropa nueva”, indica.

Asimismo, Nora comenta que el hecho de usar productos de segunda mano es “sobre todo por no desperdiciar el dinero y aprovechar mientra la ropa esté bien”.

“Es dar una segunda vida a la ropa que ahora no nos gusta y se puede encontrar a otras personas a las que realmente les guste y les de igual que estén ya usadas”, comenta la melillense.

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