Un centenar de tunecinos habrían saltado la valla hacia Marruecos desde que comenzó la pandemia para volver a su país y es lo que se plantea hacer Yakoub (nombre ficticio). Es tunecino, no llega a los 30 años y está en Melilla desde hace dos años y asegura que si no consigue irse, saltará la valla como afirma que han hecho sus compatriotas antes que él. Explica que no puede más, se pasa el día durmiendo esperando el día en el que deje la ciudad porque los inmigrantes sin documentación reglada no pueden ni trabajar ni estudiar, solo aguardar.
Su cama está en una tienda de campaña con 300 personas y señala que no descansa tranquilo porque, dentro de las más de 1.000 personas que residen en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes, hay un determinado número de residentes que se dedican a robar al resto y Yakoub tiene que vigilar que no le sustraigan el teléfono móvil. Además de ello, subraya que en la tienda hay personas con el coronavirus y que hay dos tiendas de campaña similares.
Saltar a la valla hacia Marruecos no es una locura para ellos, Yakoub reiteró que un centenar de tunecinos ha cruzado hacia Marruecos debido a la pandemia. Con los pasos fronterizos entre Melilla y Nador cerrados desde marzo de 2020 y a ello se le suma los confinamientos que ha habido en el CETI, los traslados con cuentagotas que hubo cuando se retomaron las conexiones con la península y la sensación de bloqueo, ha derivado en que muchos tomen como opción saltar la valla hacia Marruecos y desde Nador acudir a Casablanca para tomar un avión hacia Túnez.
Según fuentes consultadas por El Faro, desde el CETI tienen conocimiento de este hecho, al menos, desde el verano del 2020. “No pueden aguantar estar más tiempo sin esperanza y lejos de su país”, señaló Yakoub sobre los que han saltado. Asegura que de todos los tunecinos que había hace unos meses algunos se han marchado y otros padecen trastornos psicológicos o se encuentran en prisión. Enfatiza que algunos de ellos, debido a problemas de salud mental, ni siquiera reconocen a sus amigos.
Él puede hablar algunas palabras en italiano y se defiende en francés, pero no conoce el español. La ruta del Mediterráneo ha sido calificada por numerosas organizaciones de derechos humanos “como la más mortífera del mundo”. El proyecto ‘Missing Migrants’, que recoge las víctimas de las rutas migratorias del mundo, ha contado 449 fallecidos en lo que llevamos de 2021: 89 en la zona occidental (donde está ubicada Melilla, cinco en la zona oriental que hay entre Grecia y Turquía y 354 en el Mediterráneo central, la mayor parte de ellas ubicadas en las costas libias, desde salen numerosos tunecinos, entre otras nacionalidades, hacia el sur de Italia. En el mismo periodo del 2015, el número de víctimas rozaba las 2.000 personas.
Así pues, la ruta de Melilla se convirtió en una opción para ellos. Una joven tunecina, explicó a El Faro el pasado verano que para llegar hasta la Ciudad Autónoma cogió un avión hasta Casablanca y de ahí vino en autobús hasta Nador. Solo tuvo que comprar un DNI para cruzar la frontera. Una amiga suya de su misma nacionalidad, ya ubicada en Bélgica, la animó a seguir el mismo camino, pero no tuvo la misma suerte y sigue estancada en Melilla.
Yakoub cuenta que solo quería mejorar su vida y no cree que buscarse un abogado o pedir asilo le vaya a servir de algo. Relató que cuando llegó, en la entrevista que tuvo con la Policía, su abogado de oficio en ese momento se limitó a firmar documentos y él no tuvo la oportunidad de hablar o expresarse.
En el último informe del Servicio Jesuita a Migrantes sobre la Frontera Sur, se señala que si algo puede caracterizar el año 2020 ha sido la permanencia en Melilla de cerca de un millar de personas originarias de Marruecos, Argelia y Túnez. Muchas solicitaron protección internacional, viendo denegada la admisión a trámite de su solicitud, también en el reexamen. La Policía les planteó la disyuntiva entre cumplir la salida obligatoria dejando abierta la posibilidad teórica de obtener la entrada en España o que se les impusiera una orden de expulsión con la consiguiente prohibición de entrada durante un periodo, normalmente, de tres años.
En el informe, expusieron que en enero de 2020 la Policía detuvo a grupos de migrantes argelinos para su conducción a Almería por vía aérea antes de ejecutar la expulsión. Argelia parece no haber readmitido a más ciudadanos suyos para su devolución o expulsión desde España desde el cierre de las fronteras internacionales por causa de la pandemia, ni siquiera tras la visita del presidente del gobierno. Explicaron que las autoridades tunecinas, marroquíes y egipcias tampoco se avienen a readmitir a sus nacionales a pesar incluso de las visitas oficiales de los ministros del Interior y de Asuntos Exteriores. Son personas que permanecen en Melilla, mayoritariamente en el CETI, puesto que el Ministerio del Interior rehúsa trasladarlas a la Península, donde quedarían en libertad, transitando por España con destino a Francia o a otros Estados miembros de la UE.
Y es que son numerosos los ciudadanos tunecinos atrapados en Melilla que repiten el mantra de que ha sido Francia la que ha pedido a España que frene la ruta que surgió en la ciudad, información confirmada por fuentes consulares del país norteafricano.
Yakoub no le ha contado a su madre la verdad: le asegura que está bien y que ya ha llegado a la península. “Nosotros somos también personas que tienen una familia y tenemos sentimientos como cualquier persona en el mundo. Solo los factores y las circunstancias difíciles nos han traído a esta situación”, dijo.
Reuniones
El pasado 9 de febrero, Hana Jalloul, entonces secretaria de Estado de Migraciones, se reunió con la embajadora de Túnez en España, Fatma Omrani. No se dieron a conocer públicamente los temas que trataron y en Melilla, la delegada del Gobierno, señaló que están trabajando en este asunto, pero sin dar a conocer cuál es la situación.
Antes de la pandemia, los tunecinos, junto a residentes del CETI de otras nacionalidades, se manifestaron delante de la puerta del centro pidiendo la salida hacia la península.
Justo hace un año, a finales de abril, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, aseguró que el expediente de expulsión de unos 600 tunecinos del CETI de Melilla “está concluido y materializado”. Éste explicó que desde su ministerio se está trabajando con la Embajada de Túnez y el Gobierno del país para proceder a su repatriamiento dentro de “la mayor brevedad posible”. Meses más tarde, se sucedieron la visita del propio ministro al país e incluso la de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya.
Sin embargo, la situación sigue sin moverse un ápice para los cientos de tunecinos que siguen en la ciudad sin más opción que esperar o jugarse la vida para salir de la ciudad. En verano, según pudo saber El Faro, apenas una decena de tunecinos poseían la tarjeta roja que les reconoce como solicitantes de asilo ¿Qué ocurre con todos aquellos que no tienen derecho a asilo? Yakoub explica que está en una lista de retorno voluntario de la Organización Internacional para los Migrantes, pero le responden que no hay aviones y le piden paciencia, más aún de la que ha soportado estos dos años.
Disponen de dinero, según relatan ellos mismos han pillado avión hasta Marruecos y autobuses para llegar hasta Nador y luego allí han comprado DNIs a las mafias del país vecino.
Si tienen dinero para todo esto, y su intención es ir a Francia ¿porqué no solicitan visado en el consulado francés más cercano?
¿,no tendrán tal vez algunos antecedentes penales y causas pendientes en su país?
Si se admite a estas personas, no es normal que se deniegue a gente decente el visado de forma sistemática. Mejor cerrar consulados y fomentar inmigración clandestina.
Yo a las personas que dicen que los menas son niños normales como por ejemplo Susana griso,yo soy española y por problemas d la vida tengo que vivir en un barrio humilde. Ya no sé puede ir ni a sacar dinero al cajero calles sucias mujeres atemorizadas por los tirones casas de okupacion puñaladas por la calle.. Yo no sé si sus hijos serán igual desde luego los míos no y ahora llamadme racista pero os invito a convi ir con ellos
Pues lamento la historia personal de estas personas, imagino que debe ser triste sentirse atrapado en geográfica y administrativamente hablando. Pero los inmigrantes deben ser conscientes de que Melilla es, en la práctica, una ínsula española de 12,5 km cuadrados rodeada de territorio africano e incluso si logran colarse aquí eso no supone garantía alguna de saltar a la Europa continental ni de conseguir papeles por la cara. En Melilla no cabemos todos (ni los de aquí), las oportunidades profesionales son limitadas y tampoco la ciudad debe ser un trampolín para saltar ilegalmente al continente europeo. Espero que estas historias sin final feliz desanimen a marroquíes, tunecinos, malienses, etc. de venir a Melilla, Ceuta y Canarias, que no pueden acoger las miserias humanas y económicas de África. Que luchen por hacer progresar sus países y que echen a sus políticos y reyes corruptos para no tener que jugarse la vida y la ilusión en estas desventuras
Totalmente de acuerdo contigo Manolo , el día que acostumbremos a toda esta gente que para entrar en un País sólo hay una forma de hacerlo y es la de pedir asilo político, se acabarán estas historias y también el negocio de las mafias que se aprovechan de ellos . También quiero hacer un llamamiento a las ONG que trabajan aquí dónde los derechos de todos los que entran legalmente están garantizados por ley , que trabajar aquí no por el bien de estas personas sino por recibir esas subvenciones que es lo que verdaderamente les interesa , si lo que quieren es el lo mejor para estas personas váyanse a donde verdaderamente los necesitan que es en sus países de origen , enseñen a que la única vía para entrar en Europa es la forma legal , así se acabará el negocio de las Mafias y de las falsas ONG que sólo buscan su beneficio, y a las verdaderas que se les apoye fuertemente por parte de los gobiernos.