Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) correspondientes al tercer trimestre de este año suponen un motivo de esperanza, aunque debemos ser cautos a la hora de valorarlos.
En lo que atañe a Melilla, el desempleo se ha reducido en un 5%, lo que deja la tasa de paro en la ciudad en el 31%. Este porcentaje se traduce en que 1.700 melillenses han abandonado la cola en la oficina de empleo, como ayer subrayó el presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda, en una rueda de prensa convocada para analizar las cifras de la EPA.
Imbroda destacó asimismo la creación de nuevos puestos de trabajo en la ciudad, que en lo que va de año ascienden a “casi 700”. Aparte, el presidente destacó las nuevas altas en la Seguridad Social, que se han aumentado en cerca de 960 personas.
El mandatario celebró el descenso en la tasa de desempleo, pero admitió que ese índice se encuentra todavía lejos de la media española, en la que el paro está a unos niveles del 21%.
Imbroda aseguró que la economía española “despega” y la comparó con “un tren que se ha puesto en marcha”. Ahora, Melilla tiene la oportunidad de subirse a “un vagón” de ese ferrocarril.
Si bien es cierto que a escala estatal se han creado unos 600.000 puestos de trabajo en lo que va de ejercicio, también lo es que muchos melillenses no están notando esa mejoría. El propio Imbroda reconoció que son aproximadamente 11.300 residentes en esta ciudad los que no disponen de un empleo remunerado.
El Faro conversó ayer con varias de estas personas, quienes afirmaban a las puertas de la oficina del SEPE no encontrar una salida a la situación que atraviesan.
Desde el sindicado UGT indicaron que “no le salen las cuentas” con los datos de la EPA, asegurando que la tasa real de paro es del 35% y no del 31%.
No se trata de poner en duda las cifras aportadas por la Encuesta de Población Activa, sino de analizarlas con serenidad. El descenso en el número de parados en la ciudad es un hecho, pero debemos ser conscientes de que todavía queda mucho trabajo por hacer.
Hoy podemos festejar la bajada del número de desocupados, pero con reservas. Cuando Melilla se suba a ese tren en marcha de la economía, llegará el momento de las auténticas celebraciones.