La consejera del Menor y la Familia, Cecilia González, no es nueva en política, pero asegura en esta entrevista a El Faro que el reto que asume ahora es enorme. No solo es mucho el trabajo que implica esta área del Ejecutivo, sino que además tiene las competencias y la responsabilidad de cuidar de unos 450 menores.
La consejera ya visitó los centros de acogida y el de reforma y asevera que no está lo suficientemente reconocido el trabajo de las personas que cuidan de estos niños y adolescentes. Tampoco el de los funcionarios de esta consejería a los que felicita por su entrega.
Tiene muchos proyectos en mente y está abierta a que la ciudadanía proponga y les haga llegar sus ideas. Pero lo más inmediato es sacar los pliegos de condiciones de los contratos de gestión de La Purísima y del Centro de Reforma, que quedaron desiertos.
Pero también está en su ánimo reconocer a las personas que trabajan en los centros con un aumento de salario. Desea, asimismo, favorecer que los chicos participen en actividades fuera del centro y que pueda haber incluso un comité de representación de menores para ser la voz de todos y que tomen decisiones. Y tiene el reto, además, de hacer de la atención a los extutelados un proyecto continuado en el tiempo.
–¿Cuáles son las competencias de su área al estar Servicios Sociales por otro lado?
–Pues aunque no venga en la denominación de la consejería, las competencias son de Menor, Familia y Mayores. No obstante, estas últimas están delegadas en mi compañera Fatima Mohamed Kaddur.
Respecto a menores, soy la tutora legal de unos 450 menores. Le cuento una anécdota. En la noche del sábado, tras salir de ver la actuación de la Asociación Nana, que fue brillante, bromeaba con mi nieto diciéndoles que tiene 500 tíos y tías nuevos. En realidad es que todos están bajo mi tutela y con todo lo que implica, por ejemplo, si en el colegio necesitan una autorización para asistir a extraescolares, lo tengo que firmar yo.
Lo he asumido como que son cada uno de ellos mi responsabilidad en todos los aspectos, tanto en sus condiciones de vida, como en su actividad escolar, su documentación...
–¿Cuál ha sido su prioridad al entrar en la consejería?
–Consideré muy necesario entrevistarme con todas las personas que trabajan con menores, comenzando con los funcionarios. Me encontré con un equipo humano y profesional muy implicado, preocupado por su trabajo y que ahora son una ayuda vital.
La cercanía y el estar codo a codo con ellos ha permitido que recoja sus inquietudes y, en este sentido, ahora lo que hacemos es dar curso a esas peticiones. Tras esa entrevista con el equipo de la consejería, visité los centros de menores de la ciudad.
Y no quiero parecer lo que no es, pero es que sinceramente el trabajo que realizan los profesionales que trabajan con los menores tanto en la consejería como en los centros, algunas veces no en las condiciones deseables, es una labor que necesita del reconocimiento de la sociedad en general.
Además, el personal que trabaja dentro de los centros es una plantilla que no en todos a nivel económico está reconocido. Tenemos que el impuesto mínimo vital (IMI) que reciben algunas familias es mayor que el salario que tienen algunos de estos trabajadores.
Y eso de ninguna forma podemos permitirlo. Por ello, a la hora de la elaboración de los nuevos pliegos, es una meta que me propongo conseguir: que se reconozca a nivel económico el trabajo de estas personas. A nivel profesional, por mi parte, tienen ese reconocimiento y ese apoyo.
El trabajo con menores en los centros es muy difícil. Hay menores que tienen problemas graves de comportamiento o de adicciones y esto lo viven y lo tratan de una forma muy profesional estos trabajadores. Y hoy por hoy no está nada reconocido. Es una meta que me pongo en esta andadura político que se reconozca a nivel económico ese trabajo porque es de justicia.
–En líneas generales, ¿en qué está trabajando actualmente?
–En todos los centros de menores hay cosas que se pueden mejorar y en eso estamos trabajando.
Lo primero es que desde que entra el Gobierno actual se propone dignificar la atención a los menores en base a lo que marca la ley. En un inicio eso se consigue porque lo reconoció el Defensor del Pueblo cuando visitó Melilla hace unas semanas y también la directora general de la Infancia. Pero no quiere decir que todo sea maravilloso y hay mucho que mejorar. Éste es otro de mis objetivos: seguir en la línea de dignificar la atención a los menores.
Por otro lado, hay una nueva ley que salió en junio de Protección Integral de la Infancia frente a la Violencia, que yo creo que será una norma muy importante. Esta ley le da una gran importancia a la participación de los menores en la vida de los centros y en todo lo que afecte a su vida.
Por lo tanto, es otro punto importante que quiero conseguir, que los menores participen en las decisiones que atañen a su persona.
Pero tenemos que seguir mejorando la atención al menor en base a lo que marca la ley. Y me preocupa, como maestra que soy, hacer el seguimiento de sus estudios. Hace unos meses ejercía de maestra y enseñaba español y estaba en contacto con menores de los centros.
Y sí que me preocupa que se pueda hacer un seguimiento personalizado tanto de su etapa educativa, como de su actividad de ocio o de sus inquietudes. Es el seguimiento que cualquier padre puede hacer de sus hijos, aunque yo lo tenga que hacer de un poco más de lejos porque son 450, pero me preocupa que se haga y se lleve a cabo de forma minuciosa.
–¿Cómo van los procesos de documentación de los chicos?
–Desde que el Defensor del Pueblo estuvo en la ciudad el tema documental ha tenido un impulso muy importante. Se ha mejorado bastante. Pero todavía hay cuestiones que pulir en este tema. Aún hay tutelados que cumplen 18 años, que tienen que salir del centro y que no cuentan con su documentación. Es un tema muy delicado porque ellos en su mayoría lo que quieren es irse de la ciudad, a la península o a otras zonas de Europa.
Nosotros no podemos permitir que se queden en la ciudad creando una bolsa de personas en situación irregular, que luego da lugar a lo que no quiere ningún melillense, y es ver a jóvenes sin objetivos en las calles deambulando.
Desde que está el tripartito se ha mejorado muchísimo. De hecho, ahora se ven pocos menores en las calles. Los menores están en sus centros y los extutelados que no tienen documentación en regla tienen la opción de estar acogido en otro centro que se puso en marcha en junio.
Pero siempre hay menores y extutelados que deciden no estar en ningún centro. Nosotros no podemos hacer nada porque los centros son de régimen abierto y no cerrado y no podemos obligar a ninguno de ellos a que se queden en los centros. Estos son los que están en situación de calle y a fecha de hoy son pocos. Esto es lo que me manifiestan las ONG que trabajan con estos temas.
–¿Se sigue con el programa de atención a menores y extutelados en situación de calle?
–No. Ese programa terminó y no está activo. Pero estamos estudiando que próximamente se pueda volver a contar con él porque fue un programa bastante positivo que dio muy buenos resultados.
Y al margen de esto, otro objetivo que he planteado es poner un recurso en marcha en la ciudad para el tratamiento de las adicciones. Uno de los principales problemas que hay en los centros es la adicción a todo tipo de sustancias. Hay un recurso que es mandar a los niños fuera, pero es un centro costoso y solo se hace en casos extremos. Pero lo que sería deseable es contar con algún recurso aquí en la ciudad.
Es que el germen de la mayoría de los problemas de comportamiento y de convivencia de los centros y también lo es de los comportamientos delictivos que tienen los menores y los extutelados de la ciudad. Es un problema y una asignatura pendiente y vamos a intentar buscarle algún tipo de solución.
Y otro objetivo que me he propuesto es la integración de los menores en las actividades de la ciudad.
–¿A qué se refiere?
–Estos menores tienen actividades dentro de sus centros, como son las deportivas o de ocio. Pero muchas veces los problemas de rechazo a estos niños son por la lejanía del trato con ellos. Hay menores que tienen muchos problemas de comportamiento, pero otros muchos son como los de cualquier familia. Tienen sus aspiraciones, sueños como los tiene cualquier niño. Estos menores deberían estar en las actividades de la ciudad. Y ya gestionamos una demanda que plantearon los directores de los centros tras preguntar si los chicos querían hacer deporte, música o danza. Desde la Consejería se ha gestionado las plazas en la Escuela de Música y Danza y en las Federaciones Deportivas.
–¿Cómo se plantea hacer ese proyecto de atención a extutelados por la Ciudad?
–Pues el domingo pasado sin avisar a nadie visité el espacio donde están acogidos ahora estos chicos (Altos del Real). Me llevé una gran alegría al ver las instalaciones y el ambiente en el que están. Me preocupaba por la inmediatez con la que se hizo este recurso por la necesidad que había por la covid. Y lo que vi es que hay diferentes dormitorios y me encontré que los jóvenes estaban limpiando y ordenando sus habitaciones.
Una vez a la semana hacen este ‘zafarrancho’, aunque el centro cuente con un servicio de limpieza. Es una actividad que forma parte de su formación de entrada en la vida adulta. Deben recoger sus pertenencias y limpiar. Algunos ya estaban terminando y otros jóvenes estaban alrededor de mesas hablando entre ellos. Hicieron actividades de un domingo normal.
Hablé con ellos y me contaron que tenían sus inquietudes sobre cómo estaba su documentación. Otros están comenzando a trabajar en servicios de restauración, pero siguen con su preocupación porque la documentación termine bien y otros temas que nos preocupan a todos, como que este espacio está lejos de su lugar de trabajo. Son inquietudes normales.
Pero la situación general del centro, de cómo están los jóvenes y los trabajadores, me gustó. Me llevé una grata impresión. Dentro de lo que hay, son instalaciones muy cuidadas.
–¿Seguirá esta atención a los extutelados?
–El programa está cubierto hasta diciembre. Ahora la preocupación que tengo es que este recurso sea estable porque es necesario en nuestra ciudad. Tiene que ser un recurso regularizado, pero el problema es que la ciudad tiene el espacio limitado. Es otro reto que tenemos ahora: es buscar de qué forma podemos seguir atendiendo a estos jóvenes que salen con 18 años, el día de su cumpleaños, para que no se queden en la calle. Y es que, entre otras cosas, la ley nos obliga a atenderlos.
La Ley Órgánica 1/1996 dice que las entidades públicas tienen que disponer de programas y recursos destinados al apoyo y la orientación de estos jóvenes que han estado acogidos o tutelados por la Ciudad y que quedan fuera del sistema de protección, sobre todo, con especial atención a los que tienen discapacidad. Esta respuesta es que la marca la ley, que no es que la consejera sea generosa. Es otro proyecto a corto plazo que hay que poner en marcha. Ahí estamos estudiando cómo lo hacemos.
–Tiene a su cargo a un colectivo muy estigmatizado. ¿Cree que la incorporación de estos niños y jóvenes a la vida social, como propone, ayudará a eliminar esos prejuicios?
–Yo soy maestra del León Solá y allí se escolarizan a niños del CETI y del centro de menores. Y estos niños en el colegio no tienen ningún tipo de discriminación, por supuesto del centro, pero tampoco por parte de los compañeros. Son niños que hacen una vida normal en el colegio. El que es líder es líder en la clase y el que es más retraído, son los compañeros los que les protegen y tutorizan. Son niños alegres en la vida del centro.
A mí me gustaría que ese comportamiento solidario que tienen los niños del León Solá lo tuviera el resto de la ciudad. Los niños son niños y necesitan la atención, el cariño, el cuidado y la cercanía del resto de la ciudad. Una vez que los niños están socialmente aceptados no tiene por qué haber problema.
El rechazo, casi siempre, se produce por el desconocimiento y por la lejanía. Entonces la meta que yo me propongo es el acercar a los niños a la sociedad. Cuando estén codo con codo, estoy segura de que la sociedad melillense, que es una sociedad acogedora, va a ser protectora con ellos.
Los niños que tienen problemas deben tener su tratamiento. Pero los niños que no, deben contar con la misma aceptación que el resto de menores de la ciudad.
–El viernes el consejero de Infraestructuras anunciaba que en breve saldrá a licitación la ampliación de La Purísima e incluso indicaba dejar esas instalaciones también para los extutelados. Pero, ¿cómo está ahora la situación en el centro?
–La ampliación de La Purísima es una cuestión que ya estaba en marcha cuando yo llegué a la consejería. Pero la realidad es que no sabemos qué va a pasar cuando reabra la frontera. Hemos pasado de tener unos 900 menores a contar ahora con menos de 250.
Y en breve bajará la cifra más porque de aquí a diciembre muchos más cumplirán la mayoría de edad. Sin embargo, no sabemos cuando se puede producir una nueva llegada de menores. Cuando ha estado abierta la frontera, siempre ha subido su número. Por ello, se pensó en ampliar La Purísima. También puede ser una mejora, porque el Fuerte de Purísima está protegido y no se pueden hacer grandes modificaciones en sus instalaciones.
Pero quizás, cuando tengamos la ampliación del centro con esos módulos, se puede proceder a mejorar el fuerte, sin tocar aquello que no se puede. Ahora los menores están mejor. La situación por módulos es que hay unos 40 menores y se les puede atender mucho mejor que antes.
De todas formas, quizás no sea conveniente que los chicos extutelados estén cerca de los tutelados porque se trata de otra faceta de la vida.
“Cuando se reforme el Estatuto, se puede plantear devolver las competencias de menores”
–¿Cómo van los pliegos para el contrato de gestión de La Purísima?
–Está en elaboración, como también los del centro de reforma que salieron a licitación pero se quedó desierta la convocatoria. Estamos trabajando en esos pliegos y recogiendo todas las mejoras para evitar los problemas que ya hubo.
En cuanto a los de La Purísima, estamos tratando de recoger mejoras salariales para los trabajadores porque no es de recibo que haya empleados con menos de 1.000 euros de salario e incluso hay diferencias salariales dentro de las mismas categorías profesionales que no son adecuadas.
Todo se está estudiando. Pero es que ha habido un cambio de consejera y también de director general, que nada más llegar se ha puesto a trabajar en ello, pero se necesita un tiempo. Todos estamos en sacar adelante estas cuestiones. A la mayor brevedad queremos que salga y se regule la vida de los centros.
Propone crear un comité de menores en los centros para que participe en la toma de decisiones
–¿Cómo ha visto la Gota de Leche?
–La institución tiene como tres centros, como son el pabellón Sor Concepción Sánchez con 42 menores; el Eladio Alonso que tiene 66 y la Casa Cuna con 11. Son tres microcentros dentro del Centro Asistencial. No tiene grandes oscilaciones de menores porque está en su número máximo, se puede decir. Hemos estado allí de visita y recogiendo las inquietudes del personal.
Pero allí como hay menos niños la situación documental está más regulada y es que también su permanencia en el centro es más estable. Hay niños que están desde su nacimiento en la Casa Cuna y van pasando al resto de los pabellones. Y la verdad es que la situación documental y la educativa está más normalizada en comparación con otros chicos de La Purísima, donde hay más altas y bajas y es más difícil en algunos casos llevar el tema de la escolarización. Aunque en La Purísima también hay niños que van al colegio o el instituto de forma diaria y los que no tienen esa opción hacen actividades dentro del centro.
–¿Cómo es la situación epidemiológica en los centros?
–En La Purísima ha habido varios brotes ya. Son unos 250 niños y casi que es normal que haya habido alguno. Actualmente hay un brote de unos 14 niños que están aislados y estamos a al espera de que esta semana ya se le pueda dar el alta. Aunque de forma periódica se realizan pruebas.
Al haber tantos menores y salir de forma diaria, es normal que haya brotes. Además, sus dormitorios no son como en otras casas, por lo que se extiende el virus. Aunque la situación, insisto está bastante controlada.
–Pero, aunque tenga todos estos proyectos, ¿sigue siendo un objetivo, al menos de su partido, la devolución de las competencias de menores?
–La devolución de las competencias de menores al Estado, que es una meta de CpM, es mucho más que eso. No queda otra opción. Ahora lo podemos hacer porque el número de menores es gestionable, pero imagínese que pase lo mismo que en Ceuta. Y Melilla es lo que es. No hay terrenos para construir ni tenemos recursos.
Tampoco ha funcionado el demandar la ayuda de otras regiones porque cuando se ha puesto sobre la mesa, la acogida en otras autonomías ha sido de un grupo reducido de menores.
La atención a los menores implica una envergadura mayor de la que tiene la ciudad. La devolución de competencias debe ir en línea con la modificación del Estatuto de Autonomía, entre otras cosas, porque la competencia de menores está dentro de las competencias de asuntos sociales. Forma parte de este todo y no se pueden devolver las de menores y no las de otros temas sociales. De ahí que cuando se haga la reforma del Estatuto de Autonomía se podría plantear esa devolución.
–¿Hay algún proyecto especial en los centros de acogida que quiera destacar?
–Más que dentro lo que quiero es que haya proyectos fuera de esos centros de acogida y que salgan de ellos. Dentro de los centros sí que me gustaría que los chicos tuvieran voz.
Sería una forma de que ellos cogieran las riendas de su vida. Me refiero a los chicos que tienen entre 16 y 18 años que ya deben tener programas en marcha para su introducción en la vida adulta y autónoma. Me gustaría que participaran más de la vida del centro y que decidan. Y si le digo la verdad, es un tema que aún no he comentado con mi equipo...
Pero quiero poner en marcha que haya menores representantes de sus compañeros, como los hay en los centros educativos. Que haya una especie de comité o consejo del menor para que los representantes de los menores de los centros puedan reunirse con los de otros y hablen entre ellos de cómo mejorar la situación de todos. Que dialoguen y busquen soluciones a problemas desde dentro de la vida de los centros y entre todos los menores... Éste es un proyecto que tengo en mente, aunque no lo haya comentado aún con mi equipo. Es una exclusiva (risas).
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