Los baby boomers, la generación más numerosa de nuestro país, han acudido este lunes en masa a vacunarse con la tercera dosis del coronavirus en Melilla.
En la primera jornada, en total se inmunizaron con la dosis de refuerzo casi un millar de personas: 553 por la mañana (431 de ellos, de 59 años). Esta cifra representa un 42,7% de los llamados a vacunarse. Por la tarde se administraron 418 vacunas (a personas de 58 años). No está nada mal teniendo en cuenta que se suelen ir inmunizando más en las repescas.
Al cierre de este lunes, la consejera de Salud Pública, Francisca García Maeso, comentó en declaraciones a El Faro que el día había ido muy bien y señaló que esto la anima a pensar que el número total de vacunados será satisfactorio.
"Quiero felicitar a los/las melillenses por su responsabilidad y solidaridad. Lo han demostrado con su respuesta ante las distintas convocatorias de vacunación. También quiero seguir animando a aquellos que aún no se han decidido, que lo hagan, que ayuden a mejorar la incidencia de nuestra ciudad, que lo hagan por su salud y por la de todos", dijo la consejera.
Además, destacó "que la vacunación infantil y la tercera dosis son claves para frenar el aumento de casos junto a la mascarilla siempre en interiores y en exteriores cuando no se pueda guardar la distancia de seguridad".
La afluencia masiva a vacunarse en Melilla de este lunes refleja, por una parte, el miedo que está despertando la sexta ola entre muchos ciudadanos y por otra, el ejercicio de responsabilidad de una generación que siempre está en boca de todos. Salimos mucho en titulares que advierten de que nuestras pensiones corren riesgo, pero se habla menos de que somos de los grupos que más se vacunan.
Un 42,7% de vacunados entre los llamados a inmunizarse en la primera convocatoria, en vísperas de las fiestas navideñas y en un día laboral, es motivo de regocijo especialmente porque la publicidad antivacunas ha arreciado en los últimos días, cuestionando cuántas dosis serán necesarias para superar los contagios de covid 19.
Los que confiamos en la ciencia, estamos hartos del "disfruten lo pinchado" tan recurrente en Twitter cada vez que sale la noticia de una persona que ingresa en un hospital pese a tener las dos dosis de la vacuna.
A los antivacunas no les convencen que les digamos que las UCI están llenas de no vacunados. Tampoco los testimonios de los que reculan y admiten que de haberse inmunizado no habrían pasado meses ingresados en cuidados intensivos.
¡Qué rápido se nos olvidaron los estragos de la primera ola de la pandemia en toda España! Yo tengo clavada una imagen de una televisión que recogía, en bucle, un desfile de coches fúnebres saliendo de una residencia de mayores. Fueron tiempos muy dolorosos. No podemos permitirnos un retroceso.
Tampoco podemos permitir que la vacunación se convierta en un instrumento de la batalla ideológica que se libra en España. Somos uno de los países con las tasas más altas de inmunización y hay que admitir que algo se ha hecho bien para que estemos a la cabeza de Europa.
Es verdad que no tenemos una ley de pandemias, que ayudaría muchísimo a las autonomías a homogeneizar las restricciones, pero también somos conscientes de que una normativa de ese calado necesita consensos que en estos momentos son muy difíciles de conseguir.
En Melilla, estando, como estamos, alejados o casi aislados de la península y con la frontera cerrada, la vacunación masiva nos ayudaría a volver a los números de hace un mes, poco antes de que los buenos datos nos empujaran al desenfreno.
Los padres tenemos que ser responsables. Entiendo, como madre, que es una responsabilidad mayúscula decidir vacunar a nuestros hijos, teniendo en cuenta que no entran en el perfil de riesgo. Pero tenemos que ser conscientes de que en este momento hay siete aulas confinadas en nuestra ciudad. El virus se nos está colando en los colegios.
Tenemos que pararlo y la vacunación, está demostrado, ayuda a frenar los contagios. No es fácil tomar esa decisión con la misma alegría con que la tomamos en primera persona, pero por responsabilidad y por solidaridad animamos a hacerlo.
Estamos a punto de cerrar un año en el que empezamos a ver la luz al final del túnel. Los médicos nos habían advertido de que podían llegar dosis de recuerdo. La gripe, de momento, parece que nos da una tregua y tenemos que aprovecharla.
De la vacunación depende la recuperación económica de nuestro país. También que volvamos a recuperar los abrazos, el apretón de manos, los besos y los achuchones. De la vacunación depende nuestra apuesta por la vida. Por la nuestra y la de los nuestros. La de todos.