El Pleno de Control que se celebró ayer, el último de esta ‘legislatura’ en una Asamblea sin capacidad legislativa, supone un pistoletazo de salida para muchos de los representantes políticos que asistían al desarrollo del debate desde un escaño.
Empieza la carrera hacia unos comicios que se resolverán dentro de un mes y medio. Aunque oficialmente la campaña no empiece hasta quince días antes del 24 de mayo, el elevado tono de este último pleno, los encendidos reproches y las duras críticas dejaron escuchar un claro ronroneo electoral.
Sin embargo, no todos los diputados tienen marcado en su calendario el 24 de mayo como un día clave en su futuro político. Los socialistas Gregorio Escobar y Dionisio Muñoz participarán con más o menos intensidad en esas elecciones desde una segunda fila. Ambos intervinieron ayer en su último pleno de control, una cita a la que presumiblemente acudirá a partir de ahora la socialista Gloria Rojas más o menos acompañada según el resultado que consiga el PSOE en las urnas.
Tampoco estará Rosa Cuevas. Si Julio Liarte, cabeza de lista de PPL, renueva su acta de diputado y al menos logra igualar el respaldo electoral que obtuvo su partido hace cuatro años, acudirá a los plenos con un nuevo compañero de escaño.
La despedida de estos diputados, y especialmente la de los dos socialistas, no pasó desapercibida en la sesión de ayer. Sin embargo, el adiós de Escobar y Muñoz no causó ningún pesar entre los miembros del Ejecutivo. Al contrario, los diputados del PP celebraron su despedida en varias intervenciones durante una sesión en la que cualquier asunto fue utilizado como un objeto arrojadizo. Se polemizó con el casi millar de viviendas de La Cañada en situación irregular, con las obras en El Real, con la calidad del agua que llega a los hogares, con la falta de respuestas sobre la muerte de Emin y Pisly tras casi 18 meses después del suceso, con los menas, con la adjudicación de contratos, con los nuevos barcos... y, por supuesto, con las investigaciones judiciales sobre supuestos casos de corrupción. Y como era de esperar, en ningún asunto se llegó al más mínimo consenso, entre otros motivos, porque ayer no era día para buscar una aproximación con los escaños de enfrente. De hecho, la cercanía de la campaña electoral afectó incluso a la cordialidad que hasta ahora era habitual en la relación entre el Gobierno y el principal partido de la oposición. Sin llegar a los extremos de la anterior legislatura, los populares y cepemistas tensaron la cuerda, pero no llegaron a romperla.
Nuevamente el cruce más duro de reproches se produjo entre los miembros del Ejecutivo y el diputado Julio Liarte, cuya relación no deja de encresparse.
Poco más dio de sí el Pleno ayer. Dentro de unos días, los melillenses tendremos es nuestra mano elegir quién ocupa esos escaños durante los próximos cuatro años, aunque previsiblemente continuará representándose una función de desencuentros muy parecida a pesar de que algunos de los actores sea otros.