Tal y como se preveía, después de que el actual Gobierno de la Nación no pudiera actuar sin un respaldo presupuestario, el presidente Pedro Sánchez anunciaba ayer la convocatoria de elecciones generales. Se celebrarán el 28 de abril, justo un mes antes de las municipales. Dos maquinarias electorales seguidas, dos encuentros con las urnas, doble inversión de recursos humanos y económicos. La situación de bloqueo y los pactos imposibles habían convertido esta situación en insostenible, abriéndose ahora una incertidumbre política clara hasta la finalización de una campaña que promete. Son muchos los proyectos que se quedan en el aire. Bien es cierto que para Ceuta las inversiones eran escasas y malas, también lo es que atravesamos, como todo el país, un periodo de parón que ha supuesto el punto y final para un presidente que atesora el mandato más breve de la democracia. Los partidos políticos no han dejado nunca de lado su permanente campaña electoral. Ha sido imposible alcanzar pactos ni llevar a cabo acercamientos. La viabilidad política no existía y eso era malo para España, para el progreso y para la evolución esperada. Asoman las elecciones más complicadas, fragmentadas e inciertas sobre un escenario en el que puede pasar de todo, en el que las grandes coaliciones de partidos buscarán sus huecos para ganar en poder. España no puede permitirse el lujo de equivocarse o de acoger pactos imposibles. No es bueno para nadie. El 28-A será la gran prueba de fuego para este país.
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