Los vecinos de este barrio vivieron momentos de tensión después del seísmo, pero en la tarde de ayer la situación se había tranquilizado. Sin embargo, varios de ellos reconocieron sentir temor por las réplicas que pudieran producirse en estos días.
Al sentir el estruendo, le dije a mi mujer: ‘¡Terremoto!’. Me fui corriendo al cuarto de mi nieto, que tiene un año y medio, avisé a mi hija y grité ‘¡todo el mundo abajo!’”. Así recuerda Paco, vecino del barrio de Constitución, la tensión que siguió al primer coletazo que sacudió Melilla el pasado lunes.
Sin embargo, la tensión se transformó rápidamente en calma para él. “Vi que no había réplicas y volví a casa con mi hijo. Los demás quisieron quedarse fuera, pero ¿para qué?”, continúa Paco.
Su facilidad para mantener la compostura fue tal que lo siguiente que hizo fue vestirse e irse a trabajar. “Entro cada día a las siete”.
Los jóvenes, más cautos
Junto a un quiosco, un grupo de varios jóvenes recordaba los momentos de tensión tras el terremoto. “Yo vivo en un quinto y ha vibrado toda la casa”, relata Husian.
Su amigo Mohamed también pasó un mal trago: “En una réplica que hubo ayer (por anteayer) por la tarde, salí corriendo de casa en calzoncillos”, recuerda sonriendo por su precipitación.
En la noche del lunes al martes, algunos vecinos del barrio pasaron la noche a la intemperie por temor a nuevas sacudidas.
“Ahí arriba montaron una especie de jaima”, cuenta Paco, “pero sólo se quedaron hasta medianoche”. Y añade: “Sé también de dos mujeres que se quedaron a dormir en sus coches”.
“Vi también a unas familias que no querían subir a sus casas”, agrega Paco, quien les dijo: “No os matará el terremoto, pero sí el gripazo que vais a coger”.