A partir de ahora, los melillenses que tengan una idea de negocio encontrarán menos piedras en el camino que tienen que recorrer hasta ver en marcha su empresa.
Ésa es, al menos, la intención de la Consejería de Economía al acoger en sus dependencias el Punto de Atención al Emprendedor, un programa financiado por la Ciudad y el Servicio Público de Empleo. Sin duda, la burocracia, el papeleo y las colas ante las distintas ventanillas de la Administración son unos de los primeros problemas que tienen que afrontar los empresarios o los trabajadores autónomos que deciden apostar por sí mismos.
La Ciudad estima que con esa nueva oficina se conseguirá un importante ahorro de tiempo y dinero. El arranque de muchos negocios será más sencillo y facilitará que estén antes en marcha. Sin embargo, ése no es el principal problema al que se enfrentan los emprendedores en nuestra ciudad. La mayor dificultad es conseguir que su empresa mantenga el ritmo, que no sufra frenazos en su facturación que pongan en peligro su continuidad. En este aspecto, nuestros empresarios aún están lejos de encontrarse en las mismas condiciones que los de la península. Son múltiples los obstáculos y todos ellos, en esencia, vienen motivados por tres aspectos. En primer lugar, la distancia que nos separa del resto del país y que impide aprovechar sinergias que es posible detectar en otras ciudades. La segunda dificultad también es de carácter geográfico: La insuperable falta de suelo impide el desarrollo de actividades que por nuestro clima y ubicación podrían suponer un importante impulso para la economía local. Y finalmente, las aún reducidas relaciones con nuestro vecino, motivadas tanto por las enormes diferencias económicas a ambos lados de la frontera como por las limitaciones legales que obstaculizan las inversiones y los intercambios comerciales seguros y fluidos.
Una mayor facilidad a la hora de poner en marcha una empresa es importante, pero esa burocracia a la que ahora se pretende poner fin es un problema menor cuando se hace un repaso al resto. Es cierto que se busca la compensación para Melilla con medidas fiscales y ayudas extras, pero no parecen suficientes a la vista de los niveles de desempleo que sufrimos y de los distintos índices de riqueza y progreso que tenemos, muy alejados aún de los del resto de la península.
Nuestra ciudad debe apostar por sus empresarios, pero también tiene que saber ‘vender’ sus ventajas en el resto del país. Melilla necesita inversores que vengan con capital, que aporten nuevas visiones y que faciliten la llegada de profesionales que contribuyan a aumentar la calidad de nuestras empresas, que ayuden a progresar a nuestros emprendedores y que permitan mejorar las cualidades de nuestros trabajadores.
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