Un individuo podría ser condenado a once meses de cárcel como presunto autor de un delito de violencia doméstica y de género. Según recogía el Ministerio Fiscal en su escrito acusatorio, el hombre dio un bofetón a su mujer en la cara porque no respondió a sus llamadas al móvil cuando ella se fue a dar clases a la autoescuela. Además de una pena de prisión, la fiscal solicitó una orden de alejamiento e incomunicación con una duración de un año y once meses.
Los hechos denunciados tuvieron lugar el pasado 26 de abril en la calle Callejón de Andrómeda, en el barrio de La Cañada. Los mismos fueron enjuiciados el pasado jueves ante el titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Melilla.
Según manifestó el encausado, es cierto que se produjo una discusión en el momento en el que la mujer regresó a la vivienda. No obstante, aseguró que jamás le había puesto la mano encima.
“Estuvimos discutiendo porque salió de la autoescuela y no vino a la casa”, mantuvo el hombre. Admitió que la pelea se desarrolló en presencia de su hijo menor, de un año y ocho meses. “Ella tiene que respetarme”, argumentó él. Según incidió, se faltaron mutuamente el respeto, aunque negó tajantemente que hubiera agredido a su mujer. “Nos dijimos de todo, pero no le pegué”, manifestó.
“Nada más abrir la puerta me dio un guantazo en la cara”, aseguró la denunciante. Según expuso, esto ocurrió porque, cuando salió de la autoescuela, su marido la llamó en varias ocasiones pero, como estaba lloviendo y ella llevaba el paraguas en una mano, no podía responderle. “Le contesté a la tercera llamada”, agregó. La mujer afirmó que el procesado le dijo que no iría más a la autoescuela y que se fuera a la casa de su madre.
De acuerdo con la versión de la denunciante, el acusado también la empujó y le destrozó las cosas de su habitación. Al respecto, agregó que la Policía fue testigo del estado en el que se encontraban sus pertenencias. Afirmó que este tipo de conducta era habitual en él. “Si está cabreado, siempre lo paga conmigo o con su madre”, apuntó.
La mujer aseguró en el juicio que no quería que su marido se le volviera a acercar e insistió en que ella había intentado llevarse bien con él, pero “es imposible”. En este sentido, añadió que esta no era la primera denuncia que interponía en contra de él por violencia.
Tras escuchar a las dos partes, la fiscal solicitó el dictado de una sentencia condenatoria para el procesado. La defensa, por su parte, solicitó la libre absolución de su cliente. Según apuntó, no existían pruebas suficientemente solventes como para desvirtuar la presunción de inocencia de su representado.
Finalmente, el juez titular del Juzgado de lo Penal número 1 de Melilla dejó el caso visto para el dictado de una sentencia.
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