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Batidas en el Gurugú

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Marruecos están haciendo del orden de tres redadas diarias en el Gurugú, con el ánimo de despejar el monte de inmigrantes subsaharianos. Según la ONG Prodein, quedan en las montañas cerca de 400 personas acampadas. Son menos de la mitad del millar al que hace unas semanas hacía referencia la Delegación del Gobierno.
Para los voluntarios y sacerdotes católicos que trabajan en Nador, las redadas en el Gurugú sientan como un jarro de agua fría. Son ellos los que se encargan de suministrar mantas y avituallamiento a los inmigrantes acampados en el monte, para ayudarles a soportar las bajas temperaturas del invierno y hacerles un poco más fácil la vida a la intemperie. Pero no dan abasto.  Las caras que les piden ayuda se repiten porque en la huida, los subsaharianos pierden lo poco que consiguen reunir en los campamentos y toca volver a empezar.
El caso es que Marruecos está moviendo ficha. Las autoridades del país vecino no quieren dejar en evidencia al Rey Mohamed VI que el pasado domingo felicitó al monarca español por su 76 cumpleaños deseándole “salud, felicidad y quietud” y alabando las “fructíferas” y “solidarias” relaciones hispano-marroquíes.
Desde agosto pasado no veíamos a Marruecos tomarse en serio la lucha contra la inmigración ilegal en la frontera de Melilla. Al parecer ahora sí lo está haciendo, con más personal y más medios.
Aún así, la vigilancia marítima flaquea. Ayer, otra patera con unos 14 inmigrantes llegó a la ciudad por la zona del Club Marítimo y por la frontera continúan entrando sirios camuflados con pasaportes marroquíes falsos.
Las autoridades locales ya han reconocido que el principal ‘coladero’ de inmigrantes no está en la valla sino en la frontera. La mayoría de las personas que entran de forma ilegal en la ciudad lo hacen a pie. Ahí están para demostrarlo los sirios y argelinos que son mayoritarios en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes y que jamás han saltado la valla.
En principio, los sirios siguen acampados en los alrededores de la mezquita del cementerio musulmán de Melilla a la espera de partir hacia la península con una especie de salvoconducto del que desconfía la ONG Prodein porque considera que no les valdrá ni para trabajar ni para cruzar a otro país de Europa.
Mientras se da una solución a su problema, continúan llegando sirios a la ciudad y se van directos al campamento en el que en principio había 217 compatriotas suyos. ¿Habrá salvoconductos también para ellos? El sindicato policial UFP considera que la única forma de cortar la entrada de magrebíes con pasaportes falsos es poniendo un intérprete de árabe en Beni Enzar. Igual hasta sale rentable.

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