Aumenta el número de ventas de helado con respecto al verano anterior. Así lo dicen fuentes de información de diferentes heladerías de la ciudad. A las cuatro y media de la tarde, cuando no hay nadie en la Avenida de Melilla, las heladerías se llenan de gente joven comprando helados, sobre todo los domingos por la tarde.
Esta compra es indicadora de que siendo la típica siesta de verano y con un índice muy elevado de humedad y altas temperaturas, los adolescentes y bastantes personas de edad madura salen a las terrazas de verano a la vera de los quitasoles y aprovechan para amenizar su comida con un postre helado del sabor que más les gusta. Se venden tanto helados sólidos como líquidos.
Los sabores clásicos de Turrón y Vainilla se mantienen, además de incrementar las ventas en sabores nuevos. Las heladerías de Melilla tienen una alta calidad, tanto en el sabor del helado, como en su textura. Son helados artesanos de casas que llevan mucho tiempo de fabricación. Al parecer el paladar de la ciudadanía africana no se conforma con los helados industriales de Camy o Nestlé.
Como no sea para pasar el rato a la orilla del mar. Pero salir a tomar helado en Melilla requiere otras cosas. En las heladerías de Málaga y la mayor parte de Andalucía, se compra el helado y se come andando o en cualquier lugar. En Melilla hay terrazas donde comer helado implica una cierta categoría, como en las zonas de Alicante y cercanías o Italia, donde esta costumbre ya está socializada incluso en invierno.
Muchos melillenses afirman a pie de calle que salir a dar un paseo por la ciudad y después parar en verano a tomar un helado es todo un lujo que en muchas ciudades por su agobio no luce lo mismo. Todas las encuestas y búsqueda de noticias que refleja este diario indican una única dirección. Si bien los melillenses siempre han tenido la tradición de veranear en la Costa del Sol, ahora con el cierre de la frontera, Melilla es una zona mucho más tranquila con menos colapso de asistencia a las playas y dispone de un litoral de arena muy fina de más de tres kilómetros, difícil y muy costoso en cuanto a nivel económico de encontrar en la Península. En Melilla veranear es tranquilo, tiene los mejores servicios de playa y gratuitos.
No hay que correr mucho ni con sortear mucho tráfico para ir a la playa. Existen restaurantes que se pueden codear con el mejor andaluz a un precio mucho más económico, lo mismo que terrazas de cafeterías, churrerías, heladerías, vistas preciosas al alcance de cualquiera.
Estas grandes capacidades han hecho que muchos melillenses descansen en su ciudad dándose cuenta de lo que tienen y el aumento de ventas de cualquier cosa es un fiel reflejo de ello. Como es lógico, hablar de verano es hablar de helados y heladerías y éstas no son una excepción, sino todo lo contrario.
Parece ser, que son muy deficientes, los locales dedicados a “Heladería”, presuntamente, parece que no hay ningún comercial, que sepa desarrollar, un negocio de este tipo, con buenos resaltados, perennemente, es decir en las cuatro estaciones del año, con lo cual también inciden en la calidad de los productos, al no tener competitividad, dedicándose a hacer la campaña de las sandías y a vivir el resto del año, de los beneficios de la campaña, no pudiendo elegir los consumidores. Ya que sería entrar en el comercio de lo compra o lo dejas, esto es lo que hay.