Este año 2023 ha sido difícil; un año de precios desbocados, de guerra y de tensiones políticas. Pero también ha sido el año de la reapertura de la frontera de Melilla y de la vuelta a la normalidad tras dos años de pandemia.
Ha sido, además, el año de la tragedia en la valla de Barrio Chino que se saldó con entre 23 y 37 muertos, 60 encarcelados y más de 70 desaparecidos, amén de toda la polémica que desde hace seis meses acompaña el caso y persigue el nombre de nuestra ciudad.
Melilla se ha dado a conocer en todo el mundo por una barbarie que no merece llevar nuestro nombre. Curiosamente, aunque Marruecos dice que somos un presidio ocupado, prefiere referirse a lo ocurrido el 24 de julio como los sucesos de la valla de Melilla.
Pero este 23 de diciembre la Fiscalía ha archivado el caso porque entiende que no existen indicios que demuestren que los agentes españoles que actuaron ese viernes negro en la valla sabían que la alambrada se había venido abajo por la parte marroquí y que había migrantes muriendo de asfixia en la zona conocida como 'tierra de nadie', un espacio que aquí todos sabemos que es territorio militar y urbanísticamente ocupado por Marruecos.
Con el archivo del caso, la Fiscalía despeja cualquier duda sobre la omisión del deber de socorro o cualquier otra acusación lanzada desde las tribunas nacionales contra nuestros guardias civiles. Los mismos que vigilan y protegen nuestras fronteras contra el narcotráfico y el yihadismo.
Concluye así la investigación de la Sala de Extranjería de la Fiscalía General del Estado que dista muchísimo de la que llevó a cabo el Defensor del Pueblo y que cerró sentenciando que en la valla se realizaron 470 rechazos sin garantías. La Fiscalía no lo ve así. Todo lo contrario.
Ahora solo queda pendiente saber si esta investigación es suficiente para Bruselas o la Eurocámara sacará adelante finalmente la investigación independiente que pidieron los eurodiputados en el debate celebrado el 17 de noviembre y que reiteró la condena a lo ocurrido el 24J.
Cierra la investigación del salto a la valla del 24 de julio con la recomendación a España de que haga más para facilitar que los refugiados puedan pedir asilo desde sus países de origen sin verse obligados a saltar una valla para poder acceder a un derecho humano que nuestro país les reconoce.
Aquí debemos aprender la lección. Hay que buscar la manera de que Marruecos cumpla con el compromiso de vigilar las fronteras para evitar los saltos masivos, de la misma manera que España y la UE cumplen con las subvenciones comprometidas. No podemos permitirnos que ocurra otra tragedia como la de Barrio Chino. Tenemos que proteger nuestras fronteras convencidos de que todas las vidas importan.
Nadie está satisfecho con lo ocurrido el 24J. Ha sido lamentable. El nombre de Melilla no merece estar ligado a esa tragedia.