La necesidad de los docentes de Melilla de contar con más espacio físico es tan acuciante que actualmente el elevado nivel de saturación de las aulas obliga a aprobar estudiantes que no han adquirido los conocimientos suficientes y que, sin embargo, deben pasar de curso porque falta espacio en las clases.
Así lo denuncian hoy en El Faro los sindicatos ANPE y CCOO y aseguran que, de no ser por esta circunstancia endémica de la educación pública en nuestra ciudad, aún sería mayor el número de alumnos repetidores. Su proporción en Educación Secundaria Obligatoria (ESO) alcanza el 21,6%, una cifra desconocida en cualquier otra región del país, según los propios datos del Ministerio de Educación.
La falta de espacio para alumnos repartidores no explica por sí misma la desastrosa situación de la enseñanza pública en Melilla, pero es una gota más que se suma a la marea de razones que impiden a nuestros estudiantes disfrutar de las mismas oportunidades que las del resto del país.
Faltan inversiones, de eso no cabe la menor duda; ni la propia Dirección Provincial de Educación se atreve a cuestionar esa carencia, que, por otra parte, obliga a la Administración local a salir anualmente en ayuda del Ministerio con la firma de convenios que permitan tapar los huecos que dejan la crónica falta de presupuesto del departamento de José Ignacio Wert. Pero además de esos recursos económicos, también se echa en falta en el Ministerio interés por conocer la realidad de las aulas en nuestra ciudad, saber cómo es el día a día de los docentes y analizar cuáles son las necesidades de los alumnos. Si en algunas de sus visitas el ministro Wert hubiera empleado algunos minutos de su tiempo en escuchar con atención a los sindicatos, éstos le habrían explicado, entre otras cosas, que uno de los mayores problemas de los docentes, por encima incluso de las altas ratios, es la heterogeneidad del alumnado. Si hubiera escuchado a quienes nunca ha querido oír, a estas alturas de la legislatura, cuando sólo faltan unos meses para que los aspirantes a inquilinos de La Moncloa se examinen ante la ciudadanía, el ministro Wert sabría que hay aulas en colegios de nuestra ciudad donde los maestros se encuentran con alumnos que no saben aún sumar y al mismo tiempo, en los pupitres vecinos, sus compañeros esperan aprender a multiplicar por dos cifras. La obligación de matricular a los alumnos por edades en lugar de por nivel de conocimientos, la falta de recursos para clases de apoyo y la enorme diferencia educativa que en ocasiones existe entre alumnos de idénticas edades, sumado a la falta de docentes que puedan enseñar en tamazight mientras que los niños que lo necesitan aprenden castellano... todo ello lleva irremediablemente al fracaso escolar. Un fracaso escolar que, al menos parcialmente, podría aminorarse si de modo excepcional fuera posible matricular a determinados alumnos en función de su nivel educativo en lugar de, únicamente, su fecha de nacimiento.
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