La Resolución del Parlamento Europeo ha establecido claramente – por primera vez- la consideración de las ciudades españolas, y por tanto europeas, de Ceuta y Melilla como frontera sur de Europa, la obligación de defenderlas y de dotarlas de medios para ello y para permitir el desarrollo socio-económico de ambas Ciudades frente al aislamiento pretendido por Marruecos.
Pero, también la misma Resolución considera que los desacuerdos bilaterales entre socios cercanos deben abordarse mediante el diálogo diplomático; pide que se apacigüen las tensiones recientes y que se vuelva a establecer una asociación constructiva y fiable entre la UE y Marruecos; renueva su apoyo a seguir avanzando en estas relaciones, basadas en la confianza y el respeto mutuos; insta, en este sentido, a Marruecos a que respete su compromiso de larga data de reforzar la cooperación en materia de gestión de fronteras y movilidad migratoria en un espíritu de cooperación y diálogo.
Esto último es, a mi juicio, muy importante para nuestro futuro. No conozco -salvo el caso de Corea del Norte- que dos territorios que comparten frontera vivan de espaldas salvo que se levante un muro físico o estén en conflicto armado. Y, por suerte, no es nuestro caso. Y creo que es el momento de poder retomar unas conversaciones entre España y Marruecos, esta vez, con el apoyo de la UE que nos devuelvan las relaciones de “buena vecindad” que nunca debieron perderse,
Respecto al cambio de la aplicación del Tratado Schengen en Melilla y Ceuta - planteado, que no decidido- algunos partidos políticos locales lo han visto como la solución o panacea a la situación actual. Lo primero que hay que reseñar es que Melilla y Ceuta ya están incluidas en el Territorio Schengen, con una exención de visado a los residentes en las provincias vecinas. No sé si la propuesta del Gobierno se dirige o no a eliminar esa exención. Cierto es que ello nos permitirá embarcar hacia la península sin pasar el control documental de la Policía Nacional como hasta ahora. Pero nada más, no nos engañemos. Esta nueva situación que conllevaría -o no- la eliminación del visado a los residentes de las provincias vecinas ¿permitiría una mayor fluidez en el paso de la frontera cuando queramos ir a las playas vecinas, a ver a los familiares del otro lado, a comprar o a dar una vuelta con nuestros vehículos? ¿Ello impedirá los saltos a la valla o las entradas a tropel por los puestos fronterizos como el del miércoles? ¿Con ello se restablecería la aduana comercial? ¿Se reducirá el paro porque los trabajadores transfronterizos autorizados tengan más dificultades en llegar a su hora a los trabajos? Creo que no.
Ya tenemos claro que el volumen que se movía en el tránsito de mercancías por los miles de porteadores que no pasaban control aduanero por parte de Marruecos no volverá, y me parece bien. Pero no podemos ni debemos renunciar a los intercambios comerciales -en ambos sentidos- con nuestros vecinos de forma regular y normalizada de acuerdo con el Tratado Euromediterráneo entre la UE y Marruecos. De ello depende la subsistencia de muchas empresas y muchos puestos de trabajo.
Lo que necesitamos es acordar con los del otro lado una coordinación en el control de los pasos fronterizos con separación de los carriles de entrada para los miembros de la UE o con visado Schengen, un refuerzo de las plantillas de las FCSE -y a ser posible especializados e incluso con ayuda del FRONTEX - en el control documental, la puesta en marcha de la famosa “frontera inteligente” y el efectivo control de los accesos de inmigrantes a la valla de Melilla al que está “obligado” Marruecos y que se olvida de ello cuando le conviene. Sin la cooperación del otro lado, será imposible. Y en esta recuperación de la “normalidad” -ahora- contamos con el apoyo explícito del Parlamento Europeo y de nuestro Gobierno.
El secretario de Estado, González-Barba, cree en una zona de prosperidad a ambos lados del Estrecho e indicó que Gobierno de España aboga por una “zona de prosperidad compartida” entre Ceuta y Melilla con las provincias de Tetuán y Nador: “Creemos que es la única manera para conseguir que esta zona única, desde un punto de vista natural, geoestratégico y de las poblaciones que en ella habitan. Y esto todo, exige un nuevo enfoque por parte de todo el mundo, un enfoque con generosidad, con actitud de miras y sobre todo teniendo presente el interés de sus pobladores y ciudadanos”.
Hay muchos ciudadanos de Melilla -sobre todo, funcionarios o que de una manera u otra viven de la Administración Pública- que solo quieren mirar al norte y, a ser posible, irse allí cuanto antes. Pero no todos somos funcionarios y, por tanto, necesitamos un proyecto de futuro y, nos guste más o nos guste menos, éste seguirá vinculado a nuestros vecinos del sur como en los últimos 524 años. Por supuesto que hay que cambiar la actual estructura económica dependiente de la frontera y para eso se puso en marcha el Plan estratégico de Melilla 2020-2029. Pero seamos conscientes que ello no se consigue en cuatro días de un plumazo, ni cambiando la aplicación actual del Tratado Schengen ni entrando en la Unión Aduanera. Lo que necesitamos, antes de nada, es volver a tener una buena relación con nuestros vecinos. Y, esta vez, nos apoya Europa. No perdamos la ocasión, simplemente, por evitarnos la incomodidad de enseñar el carnet de identidad cuando embarcamos hacia la Península.