Con motivo de los actos de conmemoración por parte del Observatorio de Ceuta y Melilla del 250 aniversario del Sitio de Melilla, que se desarrolló entre diciembre de 1774 y el 19 de marzo de 1775, el cronista oficial de la ciudad autónoma e historiador, Antonio Bravo, participó el lunes, de manera telefónica, en un podcast de la entidad.
Durante la entrevista, que duró media hora aproximadamente, Bravo comenzó contextualizando el suceso en las relaciones internacionales de España durante la segunda mitad del siglo XVIII. Era una época en la que España estaba vinculada a Francia por medio de los llamados pactos de familia, derivados de que en los dos países reinaban los Borbones. El gran oponente era Inglaterra, que, en cada conflicto que tenía España, apoyaba al oponente. En este caso lo hizo ayudando al sultán Sidi Mohammed ben Aballah, sobre todo con asesoramiento técnico, pero también con algún tipo de material.
Frente a Carlos III, uno de los mejores reyes del siglo XVIII, se alzaba el sultán, quien también es reconocido por potenciar los puertos marroquíes del océano Atlántico con el establecimiento de aduanas o la construcción de edificios. “Fue la voluntad del sultán de conquistar Melilla frente a la voluntad de Carlos III de que Melilla siguiera siendo una ciudad española”, explica Bravo, quien añade que el monarca español “puso todos los medios que necesitaba la ciudad para sobrevivir” frente a un ejército de 40.000 personas cuando en Melilla apenas tenía 3.000 habitantes. También se trató, contó el cronista oficial, de “una cuestión técnica o tecnológica”, en el sentido de que las tropas invasoras debían hacer frente a la muralla para ocupar la ciudad.
“Si se mantuvo, fue porque la fuerza de las fortificaciones más el trabajo de los defensores fue superior al embate del ejército marroquí con la artillería para ocupar la ciudad”, aseguró el historiador, quien también se refirió al importante papel de la Armada española en el mar de Alborán, ya que, además, “a nivel simbólico, ver grandes barcos cerca de Melilla hacía también que la población se sintiera más protegida”.
A ello hay que sumarle la guerra de minas, que fue empleada por el ejército marroquí ante la dificultad de derribar la muralla con la artillería, por lo que realizó galerías subterráneas cuyo objetivo era situarse debajo de ella y derribarla con una carga de pólvora. Claro, que entonces, cuenta Bravo, la ciudad se protegió a sí misma con otras galerías consideradas contraminas. Así, existió todo un entramado subterráneo en todo el asedio que se sumó a la guerra en el mar –con una Armada española “muy potente” en aquellos tiempos, cabe recordar- y en tierra, con un ejército frente a unas murallas que también fueron defendidas por artilleros españoles.
En este episodio, hay otros personajes relevantes, singularmente el mariscal Sherlock, a quien Carlos III envió a hacerse cargo de la gobernación de Melilla. También participaron otras personas como Francisco de Miranda, quien en aquellos momentos era capitán del ejército español y que más tarde se convirtió en uno de los libertadores que lucharon por la independencia de los países hispanoamericanos, que, como recuerda Bravo, no fue sino “una guerra civil entre españoles”.
Por lo tanto, según el historiador, el desenlace no fue sino el resultado de la lucha entre “dos voluntades férreas”, de entre las cuales triunfó la de Carlos III por mantener la ciudad bajo soberanía española. Eso sí, para ello Melilla hubo de pasar “la Navidad más triste de su historia”, dijo Bravo.
Para el cronista oficial de Melilla, lo que se celebra cada 19 de marzo es “cómo una ciudad pequeña, con no mucha población, es capaz de vencer la adversidad con tenacidad y unión, a la manera de cómo David, más joven e inexperto, derrota a Goliat, más fuerte y experimentado, mediante la inteligencia”.
La importancia del hecho histórico
En el podcast, también le preguntaron a Bravo sobre cuál era la importancia del Sitio de Melilla dentro de la historia de España y su respuesta vino a ser que tampoco había que darle excesiva relevancia, sino que convenía ser “coherentes” a la hora de analizarlo en un momento en el que la monarquía española estaba presente en otros tres continentes, contando América o Filipinas, en Asia. Mantener un imperio de esa categoría requiere de hacer frente a muchísimos elementos bélicos, por lo que se produjeron muchos asedios de ciudades, tanto los que realizó como los que sufrió España.
En cualquier caso, Bravo concluyó reiterando que el Sitio de Melilla y su levantamiento es “un hecho más que representa la voluntad de Carlos III de mantener Melilla y, por tanto, seguir con una política norteafricana dentro de una política exterior en la que los intereses españoles están por todo el mundo”. “En la historia siempre hay que contextualizar los hechos para no deformar lo que queremos realmente explicar o investigar”, añadió.
La actividad del Observatorio
Preguntado por El Faro, Bravo destacó la labor que está llevando a cabo, desde su creación, el Observatorio de Ceuta y Melilla, ya que todo lo que sirva para dar a conocer la ciudad o para investigar sobre aspectos relacionados con Melilla le parece “magnífico”.